Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 72

No puedo evitar sentirme sumamente nerviosa bajo esta situación. El chofer que ha venido a recogerme a la oficina, se estaciona frente al lujoso hotel donde se hospeda el empresario Amir Saffif y baja del coche para dar la vuelta al mismo y abrir la puerta del lado del pasajero. –El señor Saffif la espera en el restaurante central del hotel — me explica y simplemente me limito a darle una forzada y leve sonrisa.

—Gracias — me limito a responder y comienzo a caminar rumbo a la entrada mientras que busco mi móvil con la intención de escribirle un mensaje a Alejandro, pero al parecer él me ha ganado.

**Estoy detrás de ti. No mires atrás. Me sentaré a unas pocas mesas de donde tú te sientes con él y no te quitaré la vista de encima. **

**Gracias. ** respondo de inmediato y guardo el móvil en mi bolso para finalmente entrar al lobby del hotel y buscar el restaurante donde me han dicho que me está esperando.

Al llegar al restaurante y preguntar por él, una de las camareras me lleva a la mesa donde él está esperándome y de inmediato sonríe al verme. Sus ojos negros profundos me miran fijamente y esboza una perfecta sonrisa que podría desarmar a cualquiera, pero yo solamente tengo ojos para Lucas y ni hablar bajo las circunstancias en que este tipo ha conseguido que yo esté aquí.

— Es un placer verle nuevamente señorita Sienna — me dice con ese acento pronunciado y sujeta mi mano levemente para depositar un beso en mi dorso. Este gesto realmente llama mi atención porque hasta donde tengo entendido no forma parte de sus costumbres.

—Gracias — digo de manera profesional y tomo asiento como si esto sólo se tratara de una reunión de trabajo y nada más.

—Me he tomado la libertad de pedir una variedad de platillos del menú para que usted elija el que más le guste— me dice mientras se acomoda en su silla y debo admitir que la manera tan intensa en la que me mira, me pone muy nerviosa.

—Gracias, pero no era necesario. No suelo comer mucho a esta hora — comento y es que en realidad lo que me sucede es que tengo un nudo en el estómago a causa de los nervios que siento en estos momentos.

—No importa, solo elige lo que gustes — rebate y me sonríe –el señor Sandoval me ha hablado mucho de ti.— comenta llamando por completo mi atención.

—¿Ah sí? ¿Y qué le ha dicho de mí? — cuestiono mientras que el camarero nos sirve agua y trae algunos aperitivos.

—¿No quieres vino?— me ofrece y niego de inmediato.

—No bebo alcohol. — miento, aunque en realidad a partir de ahora no lo haré por nueve meses.

—Eso está muy bien para una dama como usted. — me dice sonriente –en cuanto a lo que me ha dicho el señor Sandoval... bueno, se podría decir que me ha dicho que es una dama muy inteligente, profesional, y por supuesto lo que queda a la vista... es hermosa. — me explica y repentinamente pasa sus dedos por su cabello negro azabache el cual hace juego el color de sus ojos.

—Entiendo, pero no comprendo es a que se debe esta reunión… ¿hay algo que pueda hacer por usted? — cuestiono con la clara intención de poder conocer sus verdaderas intenciones.

Mi corazón late muy fuerte a causa de los nervios y ni hablar de cómo me sudan las manos. Me siento muy incómoda y el ver cómo nos traen diferentes platos y los dejan sobre la mesa, no ayuda en mucho a que todo esto pase más rápido.

—El señor Sandoval y yo tenemos grandes planes juntos, pero como comprenderá; nada en esta vida es gratis — me dice con un tono de voz que alerta a todos mis sentidos.

—Comprendo, pero ¿qué tengo que ver yo con todo esto?— pregunto y en mi cabeza comienzo a prepararme para escuchar cualquier tipo de respuesta.

Me sonríe, bebe un sorbo de vino y deja la copa sobre la mesa –señorita Sienna, me extraña su pregunta…usted es una mujer hermosa que debe de estar acostumbrada a que los hombres le admiren — me dice y le miro dándole a entender que sigo sin entender lo que quiere decirme.

—Sigo sin entenderle, ¿qué quiere señor Saffif?— pregunto directamente.

—Usted lo sabe perfectamente, el señor Sandoval me ha asegurado que usted sería capaz de complacerme en todos los sentidos — sentencia y realmente no doy crédito a lo que me está diciendo.

—¿Y según el señor Sandoval cuál es la manera en la que le puedo complacer?— pregunto firme.

Quisiera borrarle de un golpe esa estúpida sonrisa que esboza… —subamos a mi cuarto y le explico mejor — propone.

Sin pensarlo dos veces, me pongo de pie –creo que tanto usted como el señor Sandoval se han equivocado conmigo— digo firme y me doy la media vuelta con la intención de irme, pero una mano sujeta mi brazo con demasiada fuerza.

—Usted no ser irá a ninguna parte — me dice al oído.

—No se equivoque... yo no soy lo que usted piensa.— rebato y muevo mi brazo con la intención de que me suelte, pero él me sujeta con mucha más fuerza.

—Usted no se equivoque. Le he dado una buena suma de dinero a su jefe para pasar el día con usted y no se irá a ninguna parte.—

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