Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 83

Náuseas y más náuseas, dejo correr el agua del retrete, me pongo de pie, y voy hacia el lavamanos de inmediato. No logro comprender si las náuseas son consecuencia única y exclusivamente del embarazo o, es que el escuchar, que mi medio hermano casi se enamora de mi me ha dado tanto asco que me ha hecho sentir así.

— ¡Bella! — le escucho gritar del otro lado de la puerta a Lucas y no sé si tenga el valor de hablar con él en estos momentos acerca de lo que me ha dicho Alejandro.

—Ya voy — me limito a decirle para luego enjuagar mi boca.

Me miro al espejo después de haber terminado, y no consigo tener paz. Siento que la vida me ha golpeado por diferentes frentes al mismo tiempo y no sé si me dado más pánico el estar secuestrada o que mi medio hermano casi se enamorara de mí.

«¿En qué momento toda mi vida se ha revolucionado de esta manera?»

Respiro profundo, tomo valor, y salgo del baño encontrándome con su mirada expectante sobre mí — ¿te sientes bien? — me pregunta sumamente preocupado.

—Sólo han sido náuseas, — me explico pasando por su lado para ir a sentarme al borde de la cama.

Él sigue mis pasos, se sienta a mi lado y me mira fijamente —¿sólo eso? Te ves triste y preocupada, además, Alejandro se ha ido sin decirme una sola palabra cuando se suponía que se quedaría a cenar con nosotros. — comenta.

« Tengo un debate interno entre decirle lo que sucedió o permanecer en silencio, pero no sé hasta qué punto mi silencio merezca la pena ».

—Es muy fuerte para mi saber que él es mi hermano — me limito a responder.

—Y supongo que para él también ha sido muy difícil saber que su padre no es su padre y que tú eres su media hermana. — añade y debo mirarle.

Sus ojos azules están clavados en los míos con una fuerza que me hipnotiza; quisiera apartar mi mirada para evitar el verme tan expuesta con él, pero me es imposible. En sus pupilas puedo darme cuenta que está al tanto de algunas cosas y la duda me carcome — ¿has hablado con él? — pregunto con mi voz entre cortándose a causa de los nervios.

Asiente y de inmediato lleva una de sus manos hacia mi cabello. Me acaricia suavemente, me sonríe y luego roza mis mejillas con sus dedos —yo sabía que él estaba cayendo rendido ante ti, ¿recuerdas que te lo he dicho? — me pregunta con un tono de voz que genera paz a pesar de que la conversación no es para nada amena.

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