Bebé no planificado romance Capítulo 10

Érica, furiosa y molesta, pensó de inmediato en Helen, a quien consideraba la única persona que podía ayudarla a completar contra Anastasia; por ende, la contactó para verla en un café. Cuando llegó Helen, apareció con un atuendo discreto y, como de costumbre, caminó hacia Érica y se sentó frente a ella.

—Dijiste que fuiste de viaje. ¿Adonde fuiste? -le preguntó Érica con curiosidad.

—Eh... Solo fue un breve viaje alrededor de la ciudad, ya que quería un descanso después de todo —contestó Helen con pánico porque no quería que la otra se enterara de que vivía como rica.

—¿Qué hay de tu tienda? ¿No piensas volver a tu negocio?

—No, de todos modos, no estaba yéndome tan bien, así que mejor me tomé un respiro. -Helen no se veía preocupada a pesar de la situación de su negocio.

-¡Adivina qué! Anastasia nos estresó a mi madre y a mí hoy -añadió Érica con enfado—. Regresó, pero eso no es todo, sino que ahora tiene un hijo ¡legítimo.

hielen se quedó atónita al oír eso y la tomó de la mano mientras preguntaba con ansiedad:

—¡¿Qué dices?! ¿Tiene un hijo?

Al notar la dramática reacción de su amiga, Érica pausó por unos segundos para consolarla.

—Ese niño es su hijo ilegítimo. ¿Te preocupa que mencione al hombre con el que la involucramos en un ligue de una noche y se vengue de nosotras? ¡Tranquila, nada va a pasar!

-¿Cómo se ve el niño? ¿Cuántos años tiene? -Helen se puso muy sensible, pensando que era necesario estar al tanto de todo sobre Anastasia. En el fondo, no podía evitar preguntarse si el hijo de Anastasia era Elias.

-Me enteré por mi padre que el niño tiene tres años y medio y que el padre tal vez sea alguien con quien se acostó cuando estaba en el extranjero -le contestó Érica

con disgusto.

«¿Tres años y medio? -pensó Helen, calculando con cuidado el tiempo. Dedujo que el niño no era padre de Elias, por lo que soltó un suspiro de alivio—. Solo tuvo una noche de pasión con Elias. No, no es posible que quede embarazada tan fácil en una noche».

Ante esto, Helen cedió a su curiosidad y le preguntó a Erica más sobre Anastasia:

-¿Cómo está ella ahora? ¿En qué trabaja?

-Es una diseñadora en Burgués, ¿cuál es el alboroto? Solo es una diseñadora común y corriente. -Al parecer, Erica estaba descontenta.

Al mismo tiempo, Helen compartía el desprecio que Erica sentía por Anastasia, expresando lo que tenía en mente:

-Bueno, debo admitir que era talentosa para dibujar, pero ni siquiera se graduó de la universidad, así que ¿qué tan lejos puede llegar en su carrera como diseñadora?

—¡Exacto! No es más que una farsante que se hace pasar por inteligente; aun así, se las ingenia para ganarse el favor de mi padre. Además de eso, incluso su ridículo hijo sabe cómo alegrarlo. ¡Carajo! -Erica hizo a un lado su decencia, comportándose como su irritable madre.

Por otro lado, Helen, que era más astuta y sagaz, la aconsejó:

-¿Sabes qué, Erica? ¡Deberías echarla de casa y tal vez incluso del país, ya que no te agrada! Al fin y al cabo, necesitas deshacerte de esa monstruosidad.

-Eso es justo lo que pensaba también. Cuando llegue el momento, me aseguraré de que se largue. —Ella apretó los puños y se juró esto a sí misma.

Sin embargo, Erica no tenía ni la más mínima ¡dea de que Helen deseaba que Anastasia se fuera porque esa era la única forma de seguir disfrutando de la vida rica y del favor de Elias. De repente, a Erica le llamó la atención el collar que Helen llevaba puesto.

-Helen, ¿cuál es la marca de ese collar que llevas puesto?

¡Luce tan hermoso!

-Oh, es un falsificado que compré de segunda mano -le contestó, frotando el collar con una sonrisa.

Al conocer los antecedentes financieros de Helen, Érica no halló nada sospechoso con su falta de posibilidad de comprar un collar auténtico. Sin embargo, ese collar que llevaba era, en realidad, un producto que costaba más de dos millones por Joyería QR Internacional; sobraba mencionar que no tenía ¡dea de quién lo diseñó.

Mientras Anastasia volvía a su oficina con emociones encontradas, Gabriela llegó con una taza de café y le dijo:

—Señorita Torres, tiene una invitada.

—¿Una invitada? ¿Quién?

-Está ahora mismo en la sala de estar. Podría traérsela aquí —le contestó Gabriela.

-Claro. -Anastasia no tenía ¡dea de quién sería, así que estaba decidida a esperar para averiguarlo.

Al poco rato, se oyó un golpe en la puerta antes de que Gabriela la abriera; entonces, apareció la silueta detrás de ella. Aunque habían pasado cinco años desde aquel desgarrador incidente, Anastasia se llenó de furia y rencor. En cuanto Gabriela cerró la puerta y se retiró, Anastasia preguntó con frialdad:

-Qué atrevida eres como para pasar por aquí.

-Me enteré de que trabajabas por aquí -le contestó Helen con una sonrisa—. Como estaba cerca, pensé que debía

venir a visitarte.

—Me das asco. -Anastasia apretó la quijada, reprimiendo las ganas de abofetear a la mujer.

-¿Te doy asco? ¿Qué sucede? ¿No quedaste satisfecha con el gigolo con el que te acostaste aquella noche? Escogí el más guapo para ti —dijo Helen, sonriendo de manera siniestra.

-¡Cállate! —Furiosa, Anastasia estaba temblando de pies a cabeza.

—¿Serías capaz de reconocer al hombre si lo tuvieras frente a ti? -continuó Helen, indagando.

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