CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 105

Sarah Farfán.

Quedarme en Montreal, era para mí sufrir una inmensa agonía, porque toda la ciudad estaba impregnada de él, de nuestros paseos, nuestros momentos juntos, de nuestras conversaciones y mi corazón no soportaba más, si existía el infierno, estoy seguro que ese era.

Traté de ignorar todo lo que me recordaba a él, pero parecía imposible. Recorrí las calles de la ciudad tratando de encontrar algo que me mantuviera distraída, pero todo a mí alrededor me llevaba a pensar en él.

Caminé por el parque donde solíamos sentarnos y ver los atardeceres juntos. Cada banco, cada árbol, cada hoja que caía, todo me recordaba a él. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y no pude evitar dejar que surcaran mis mejillas.

Me senté en el banco que solía ser nuestro y cerré los ojos, tratando de recordar las risas y los besos que compartimos allí y el dolor era intenso.

Tenía que salir de la ciudad, tomé mi teléfono e hice una reserva para el primer vuelo que salía a Los Ángeles.

Esa misma noche, me fui, aunque para mi buena suerte no había vendido mi apartamento, aunque estaba segura que igual me traería recuerdos de nosotros juntos, porque habíamos estado allí algunas veces.

Durante mis casi cinco horas de vuelos no pude dormir ni un solo momento, cuando llegué mis ojos estaban brotados, mis ojeras pronunciadas, y sentía como si me hubiese pasado un camión por encima, estaba destruida.

Llegué a mi apartamento y lo encontré exactamente como lo dejamos, con las mismas cosas en su lugar y el mismo aroma que nos envolvía cuando estábamos juntos. No pude evitar sentir un dolor punzante en el pecho y un nudo en la garganta que me impedía respirar con normalidad.

Me llevé la mano en el pecho, tratando de tranquilizarme, me senté en el sofá y cerré los ojos, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con salir de nuevo. Pero entonces recordé las razones por las que había venido aquí, y mi determinación se fortaleció. No iba a permitir que este dolor en mi corazón me consumiera, yo era más fuerte que eso.

Decidí limpiar y cambiar todo, para borrar las huellas de Michael, así que no dormí ni siquiera cuando llegué, después que terminé tomé una ducha y me cambié de ropa, me puse un vestido ligero y me miré en espejo.

—¿Estoy haciendo lo correcto? —me pregunté.

Dudando por primera vez de lo que había hecho.

—No lo sé, no puedo condenarlo a vivir sin lo que más desea —me respondí.

Me sentía en una encrucijada sin salida, sobre todo porque no tenía a quien consultarle, ni a quien pedí consejo, porque mi madre se había opuesto a que me casara con Michael, siempre decía que los hombres eran unos perros, y que ninguno era de fiar y Tarah, era la hermana de mi aún esposo, ¿Podía ser objetiva? Y de serlo ¿Podría causar un rompimiento entre los hermanos?

Al final fue tanta mi angustia que terminé llamando a Tarah, desde el teléfono fijo de mi apartamento, ella me atendió en el primer repique.

“Amiga, cuñada, ingrata, me imagino que estás completamente feliz, y que mi hermano te tiene ocupada y por eso no le dedicas ni un segundo a tu amiga”.

—Claro que no, sabes lo importante que eres para mí, te he extrañado mucho, pero he estado… digamos ocupada —expresé y mi amiga soltó una carcajada.

“Me imagino y por eso me surge una pregunta ¿Qué provocó que decidieras dejar de ignorarme y llamarme?”, me preguntó.

Por unos segundos me quedé pensativa, pensando en la mejor manera de pedir su consejo, tal vez lo mejor sería usar una manera impersonal. Como me quedé en silencio por mucho tiempo, ella me instó a hablar.

“¿Qué pasa mujer? ¿Por qué tanto misterio? Habla de una vez ¿Qué te preocupa?”.

“Michael te ama, nunca lo había visto tan feliz como cuando se hicieron novios, estoy segura que entre tener un hijo de su sangre y perderte a ti, prefiere no tener el hijo, pero permanecer a tu lado, no voy a decirte qué hacer, amiga. Pero creo que deberías hablar con Michael, contarle todo y dejar que él decida. Si lo amas y quieres estar a su lado, entonces tienes que ser honesta con él. No lo condenes ni te condones a un mundo lleno de infelicidad”.

Sus palabras resonaron en mi mente, y sabía que tenía razón. No podía seguir ocultando la verdad, ni podía permitirme conformarme con una vida sin hijos si ese era mi mayor deseo.

Tomé una profunda respiración y agradecí a Tarah por su consejo.

—Gracias porque siempre sabes dar los consejos correctos, eres una gran amiga, te amo —le dije y al otro lado se escuchó una risita.

“Lo sé, soy la mejor y la más inteligente de mi familia, los otros nacieron con menos neuronas” se burló.

Duramos hablando por un tiempo más y luego nos despedimos.

Al terminar la llamada, fui a buscar mi celular que lo había dejado en el bolso, mientras lo iba a buscar comencé a pensar en las palabras que le diría a Michael, aunque no me gustaba la idea de hablar sobre el tema por teléfono, quizás pudiera hacerlo a través de una video llamada.

Corrí los pasos que me separaban del celular, lo agarré y respiré profundo varias veces, pero cuando lo desbloqueé vi varias notificaciones de redes sociales, y cuando las abrí, me quedé de piedra, mientras mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas, pero esta vez sentía que la estocada era mortal.

Abrí mis ojos de par en par cuando vi imágenes de Michael en una de las discotecas más concurridas de Montreal, bailando, besándose y yéndose con una mujer, las lágrimas rodaron por mis mejillas, mientras sentía como si mi corazón lo hubiesen destrozado a cuchilladas.

Mis manos temblaron, mientras pasaba de una foto a otro y revisaba la diferente cuentas donde aparecía la información “El menor de los Hall, le es infiel a su esposa”, y yo sentí que mi mundo terminaba de derrumbarse, y pensaba que poco le había durado a Michael su amor por mí, después de todo, resultó que había tomado la decisión correcta.

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