Michael Hall
Lo primero que intenté fue apartarme de Suzanne, pero su agarre era firme, y sus labios se aferraban a los míos con una intensidad que me resultaba asfixiante. Empujé con más fuerza, pero no cedía, su abrazo se afianzaba, sus manos se movían descontroladas.
La desesperación me invadió, traté de apartarla nuevamente, pero mis intentos resultaron infructuosos. La situación se volvió incómoda y angustiante. En un acto reflejo, di un paso hacia atrás, intentando romper su contacto.
—¡Suzanne, detente, por favor! —pude exclamar a duras penas con voz tensa.
Mi respiración agitada revelaba mi desconcierto.
Ella, por su parte, parecía no escuchar, su rostro mostraba determinación y su agarre se intensificaba. Ignoró mis palabras, se restregó en mí, pero su contacto no me causó ninguna excitación, por el contrario, me provocó repulsión.
Me quedé tranquilo, tratando de calmarme. Estaba atrapado con esa loca, al verme dejar de resistirme, ella se apartó, su respiración era agitada y su rostro mostraba una mezcla de deseo y frustración. Me miró a los ojos con lujuria, sus labios se entreabrieron y su voz era apenas un susurro.
—No… no puedo resistirme… eres tan sensual, tan hombre… ¿En verdad vas a guardarte para una mujer que no dudó en dejarte? Tú me gustas… desde que Bárbara me mostró una fotografía donde aparecías tú, me prometí que serías mío, y pienso cumplir esa promesa —dijo.
De pronto me sentí mareado, mientras una ola de calor se propagaba por mi cuerpo, mi pene comenzó a endurecerse, ella volvió a acercarse a mí, y la empujé con suavidad.
—Aléjate de mí —le dije y ella se sonrió.
—Reconoce que estás sintiendo por mí, que te estás excitando, que mi contacto te provoca una gran llama, que te está devorando —me dijo y otra vez me besó, pero esta vez no la rechacé, me quedé estático, dejándome tocar y besar por ella.
Me sentía confundido y agitado, con el corazón palpitando aceleradamente, solo quería salir de allí, pero al mismo tiempo, no podía, después de no desearla, sentía que solo su contacto era capaz de sofocar el calor de mi cuerpo.
Otra vez me intenté separarme y ella me sonrió.
—Reconoce que somos el uno para el otro, yo puedo darte todo lo que deseas, Sarah no te merece —pronunció en un susurro y volvió a unir sus labios con los míos, estaba vez con mayor ímpetu.
Sentí un fuego lento que se iba propagando consumiendo mi cuerpo, su beso se volvió más fuerte y apasionado mientras yo intentaba dominar los rápidos latidos de mi corazón.
Sus manos comenzaron a vagar por mi cuerpo, deslizándose desde mis hombros, pasando por mi espalda hasta aferrarse a mi cintura, donde sus dedos bajaron y se posaron en mi verga, comenzó a acariciarla y esta se endureció más.
Me besó nuevamente y un calor intenso se apoderó de mis labios, yo respondí con la misma pasión a pesar de que mi mente se negaba, mi cuerpo reaccionó a su contacto.
Parecía que mi cuerpo no obedecía a mi mente, su beso se hacía más profundo y apasionado, sentía una sensación extraña, como eufórica y placentera, que me tranquilizaba y me excitaba a la vez, mientras ella me besaba como si no quisiera separarse jamás de mí.
Sentí algo que se alzaba en mí y comencé a temblar, mi cuerpo sentía una sensación de calor intenso que me quemaba, y terminé besando con igual fervor a Suzanne.
La recorrí con mis manos, acariciando sus voluminosos pechos, sentía cómo sus curvas y sus pezones se endurecían, una creciente sensación de irrealidad me invadió.
Quise pararme, pero ella se sonrió con suficiencia.
—No te resistas que no podrás hacer nada… mejor será que busquemos un lugar más íntimo para los dos —dijo ella y yo me negué.
—No… quiero —balbuceé y ella sonrió.
—Claro que quieres cariño, te lo puedo asegurar, esto dice lo contrario —me dijo tocando de nuevo mi pene—, y no sabes lo deseosa que estoy de probarlo.—concluyó y volvió a besarme, me acercó a la puerta y la abrió.
—Vamos a la cama, querido —me dijo ella, pero yo no me moví.
—No te preocupes, solo bromea, además, quiere bailar, si tu hermano la lleva, quizás se tranquilice, no tienes nada de qué preocuparte, mi prima es una buena chica e inofensiva, más bien porque no le dices a tu hermano que baile con ella y así pueda animarse, lo veo tan deprimido, sabes que eso puede ser peligroso, he sabido caso de hombres que terminan suicidándose, creo que no es bueno dejarlo solo, mi prima puede alegrarlo.
Al final, inducido por Bárbara, le dije que bailaran. Mi hermano accedió y lo vi bailar, pero era evidente que la prima de mi novia seguía insinuándosele.
—No te parece que está siendo demasiado obvia, porque mejor no lo deja tranquilo —dije irritado.
—¡Déjalos! Ya vas a ver que lo hará olvidar, mejor porque tú no te dedicas a mí —me dijo y enseguida unió sus labios con los míos, entreteniéndome y haciendo que yo quitara la atención sobre mi hermano.
Se sentó en mis piernas y comenzó a besarme, yo la sujeté con fuerza, y la apreté contra mí, ella rozó su cuerpo en el mío y comenzó a ponerse cachonda, me besó con más fuerza y comencé a excitarme, y empecé a devolverle las caricias.
No sé cuánto tiempo duramos tonteando, pero cuando por fin pude separarme para darme aliento, vi a Suzanne y a mi hermano saliendo abrazados, fruncí el ceño, porque me desconcertó que Michael haya cambiado de idea tan rápido, él no era así, por eso intenté detenerlos, y les pregunté para donde iban, me respondió ella, pero la postura de mi hermano no se veía incómoda.
—¡Déjalos tranquilos! Si tu hermano decidió estar con mi prima, es porque quiere olvidar a Sarah, entiende que ella ni siquiera se puso la mano en el corazón para dejarlo, que sabes tú si se fue y lo dejó porque tiene un amante, las mujeres como ellas, solo le importan ellas mismas. Además, mi prima es un buen prospecto para tu hermano, tú conmigo y ella con él, seremos la pareja perfecta.
Michael Hall
Prácticamente, me arrastró, subimos en el ascensor, y me llevó a una habitación, del hotel, intenté resistirme, pero cada vez mi oposición iba cediendo.
—No te resistas, te juro que te haré olvidar a Sarah —me dijo, me recostó en la cama, la vi colocarse de nuevo una pintura en los labios y besarme, para segundos después, comenzar a desnudarse sin dejar de sonreír.
Se sentó a horcajadas encima de mí, y empezar a acariciarme.
—Ahora me toca desnudarte a ti, y te juro que vivirás la experiencia más maravillosa de tu vida.
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