CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 41

Tarah Kontos.

Cuando Zachary me confesó que había conocido a Thalía y se había enamorado, no me agrado para nada la idea, yo amaba a mi hermano mayor, pero lo conocía lo suficiente para saber que era un mujeriego, que no tomaba sus relaciones en serio, cambiaba de mujer como de calcetines y no estaba dispuesta a que nadie le hiciera daño.

Ella había sufrido demasiado, el desgraciado de Anthony la había quebrado, y necesitaba amor, comprensión. Cuando la vi aparecer y con una expresión de miedo, y su respiración acelerada, no dudé en levantarme e ir hacia ella tratando de calmarla.

La tomé de la mano y la senté en una de las sillas del comedor, mientras enmarcaba su rostro y se lo sujetaba.

—Tranquila, todo está bien, respira profundo —le dije y ella me miraba con los ojos vidriosos.

—Yo… tengo miedo —pronunció viéndose tan vulnerable, que mi instinto de protección se activó.

Ella miraba a mi hermano con ojos asustados. La tensión en la habitación era palpable.

—No tienes nada que temer, Zachary es mi hermano, está de visita por unos días, no te va a hacer daño —manifesté con tranquilidad y ella asintió.

—Lo siento… yo no sabía… entré a su habitación… y terminé viéndolo… desnudo y luego… me estaba siguiendo… pensé que era un pervertido—mientras hablaba su rostro se tiñó de carmesí.

—¿Pervertido yo? ¿Y en serio pasó eso de que me viste desnudo? —interrogó mi hermano acercándose a nosotras—, no recuerdo nada de eso… bueno, ya sabes que los hombres no tenemos memoria.

Las palabras de mi hermano, la hicieron abrir los ojos sorprendida y como me di cuenta de que la intención de Zachary era buena, aporté mi grano de arena para aligerar el ambiente.

—Tiene razón Zachary, los caballeros no tienen memoria —intervine, pero miré a mi hermano con aprensión, porque no estaba de acuerdo con su interés por Thalía, aunque tampoco podía negar que su capacidad para romper el hielo con humor estaba dando resultados.

Thalía pareció relajarse un poco, aunque todavía estaba nerviosa. Zachary tomó una silla junto a ella, mirándola con ojos amables.

—Así que te llamas Thalía, yo pensé que eras una aparición, casi estuve convencido de que habías llegado a mi vida solo para atormentarme con tus ojos verdes y tu belleza. Estoy seguro de que estás acostumbrada a dejar a los hombres sin aliento con solo una de tus miradas, ¿verdad?

Thalía, quien todavía se sonrojaba por la situación anterior, se rio tímidamente ante el comentario de mi hermano. La tensión que había invadido la habitación se disipó lentamente.

—No… no estoy acostumbrada a eso… en absoluto —respondió Thalía, y por primera vez, pude ver una pequeña sonrisa en su rostro—. No me siento… lo suficientemente atractiva… no tengo nada… que pueda llamar la atención.

Mi hermano se inclinó hacia ella, mirándola con un brillo travieso en los ojos.

—¿No tienes nada? Pues si ninguno de los hombres que has conocido te lo ha dicho es porque son ciegos, pero yo no, eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida, y en verdad me niego a creer que no recibas solo palabras de admiración.

Thalía rio de nuevo, esta vez más relajada. Mi hermano tenía una forma especial de desarmar a la gente con su encanto y humor. Pero, por debajo de su exterior juguetón, podía ver que Zachary realmente se preocupaba por ella.

Mientras continuaban conversando, aproveché la oportunidad para observar a Thalía más de cerca. Tenía una belleza única, un tipo de belleza que iba más allá de lo físico. Había un aire de vulnerabilidad en ella que hacía que quisieras protegerla, y entendía por qué mi hermano había quedado cautivado por la joven.

A pesar de mis dudas, no pude evitar sonreír ante la escena que tenía ante mis ojos. Tal vez, solo tal vez, mi hermano había encontrado algo especial en Thalía. Aunque eso solo añadía más complejidad a la situación, porque no creo que Alexis permitiera que se le acercara.

Finalmente, Thalía se disculpó.

—Permiso… gracias por tu compañía… me retiro —dijo y mi hermano se levantó.

—Te acompaño —le propuso, y aunque no me gustaba la idea de que fuera con ella y estaba a punto de oponerme, vi un brillo de alegría en la mirada de Thalía y eso me hizo suspirar con resignación.

—¡Cuídala! Ni se te ocurra hacerle daño —amenacé a mi hermano y él, asintió.

Quizás, podría dejarlos ser amigos, pensé mientras los veía retirarse.

Thalía Kontos.

Cuando me desperté y vi al hombre a un lado de la cama, no pude contener los latidos acelerados de mi corazón, me puse tan nerviosa que poco me faltó para irme corriendo.

Era hermoso, serio, muy varonil y aunque me atraía de una manera inexplicable, también sentía miedo, porque no quería ser lastimada, por eso cuando me dijo que me buscaría agua, vi allí la oportunidad de escapar, sin embargo, para mi mala suerte durante toda la noche, terminé hasta soñando con él,

En la mañana, lo vi asomado por el balcón y sin proponérmelo, producto de los nervios, salí corriendo y a pesar de haberme llamado, lo ignoré y ahora estaba allí en el comedor, estuve a punto de desmayarme al verlo, y cuando pude superarlo, ahora estaba allí diciéndome palabras que me costaba creer, ¿Bella? No creo que lo fuera.

Nerviosa, pedí permiso para retirarme, quería huir de él, del escrutinio de su mirada, pero decidió acompañarme, y ahora caminaba a mi lado.

—No… es necesario.

—¿Vas a negarte que un caballero revele su verdadera naturaleza? —me preguntó y yo no supe qué decir.

—Yo… estoy arreglando… un espacio para pintar… me gusta mucho hacerlo —dije con timidez, temiendo que a él le pareciera estúpido.

—¿En serio? ¡Eso es maravilloso! Me gustaría mucho ver tu trabajo —pronunció y yo me sentí entrecortada.

—Es que… aunque quisiera no podría… mi exesposo rompió todos… mis dibujos —sentí estremecerme, pero él solo me miró con una expresión que nunca había visto.

—Pueden romperte los dibujos, pero no tu talento —articuló con sinceridad

Seguimos caminando en silencio hasta llegar a la habitación.

—¿Qué piensas hacer aquí? —preguntó.

—Acondicionarla… empezando por pintarla.

—¿Ya compraste la pintura? Puedo ayudarte.

—Sí, es un color… que transmite… calma y tranquilidad… eso es exactamente lo que… quiero lograr en ese espacio.

Continuamos eligiendo las pinturas y los suministros que necesitaba para mi estudio. Me encantaba su sugerencia para convertir el espacio en un lugar especial. Durante todo el proceso, conversamos sobre diferentes temas, desde arte hasta libros y películas.

—¿Te gusta leer? —preguntó mientras seleccionábamos brochas y rodillos.

—Sí, me encanta… los libros son como… ventanas a otros… mundos, ¿verdad?

Zachary sonrió y asintió.

—Totalmente de acuerdo. Los libros tienen el poder de transportarte a lugares lejanos y hacerte vivir aventuras increíbles sin salir de tu casa.

Mientras hablábamos de libros, me di cuenta de cuánto disfrutaba de nuestra conversación. Anthony nunca había compartido mi amor por la lectura, y nuestros intereses nunca se alinearon de esa manera.

Él me preguntó sobre mis gustos en películas, música y arte. Siempre me escuchaba con atención y parecía genuinamente interesado en conocer mis opiniones y preferencias. Fue un contraste sorprendente con mi experiencia anterior.

Me sorprendí de su comportamiento amable y considerado, y en el deseo que mostraba en conocerme como persona. Con Anthony, siempre me sentí invisible, como si mis pensamientos y emociones no importaran. Zachary, me hacía sentir valorada y respetada.

Mientras continuábamos comprando, reflexioné sobre la nueva amistad que estaba formando, era un paso importante en mi proceso de sanación y en la reconstrucción de mi vida.

—Ya que compramos lo necesario para pintar tu estudio y como esto nos ha llevado mucho tiempo y yo tengo hambre ¿Por qué no vamos a comer algo? —me preguntó, yo dudé por un momento y terminé asintiendo.

Entramos a un restaurante, tomamos asiento en un área cercana a la puerta.

—Espérame aquí voy al baño, si viene el mesonero, puedes pedir por los dos —me dijo y abrí los ojos de par en par.

—¿No te enojarás? —pregunté con incredulidad.

—¿Por qué habría de hacerlo? —con esa otra pregunta a mi interrogante, se alejó de la mesa.

Me quedé sola, sonriendo como una tonta, vino el mesonero y me entregó la carta, escogí para los dos, pero justo cuando anotó mi pedido y se retiró, alguien me tomó por el brazo con fuerza.

—¡Así que andas de zorr4! —exclamó y al escuchar esa voz sentí que me encogía en mi asiento, pero antes de que pudiera responder apareció Zachary.

—¡Suéltala! —ordenó indignado.

—¡¡¿Quién diablos eres tú para pedirme que suelte a mi esposa?!! —respondió Anthony mientras yo deseaba que la tierra me tragara.

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