Casado dela noche a la mañana romance Capítulo 142

-El collar era especial para mí. —Para sorpresa de Vivían, Finnick lo admitió. Sus ojos se oscurecieron bajo la venda —. Pero —continuó Finnick—, si alguna vez eres tan tonta como para volver a ponerte en peligro por el collar, prefiero romperlo en pedazos.

Vivían estaba sorprendida. Finnick dijo algo parecido por la mañana, pero ella pensó que era todo un impulso y no se detuvo en ello. No esperaba que Finnick le repitiera esas mismas palabras de nuevo y en tono serio. Sus palabras hicieron que su corazón se acelerara.

-Así que -continuó Finnick, con la voz más baja que antes—, a partir de ahora, no importa lo que sea, no te pongas en peligro por ello. Si te importo, mantente a salvo. Porque tú eres la única que me importa ahora mismo.

«Porque tú eres la que me importa en este momento».

Al escuchar esas palabras, Vivían sintió como si su corazón hubiera dejado de bombear sangre a su sistema por un momento antes de enviar toda ella a su cabeza, haciéndola sentir como si su cabeza estuviera a punto de explotar. Se sintió aliviada de tener una venda en los ojos y de que estuviera oscuro, para que Finnick no pudiera ver su mirada de pánico, así como su rostro rojo y brillante. Sin embargo, su alivio duró poco cuando sintió un frío inesperado en sus mejillas. Al principio se sorprendió, pero enseguida reconoció que era la mano de Finnick.

-Estás ardiendo. -Vivían oyó que Finnick se burlaba de ella.

De hecho, en contraste con las ardientes mejillas de Vivían, los dedos de Finnick se sentían como cubitos de hielo. En ese momento, Vivían deseó con todo su corazón que la venda se fundiera con su cara para no tener que enfrentarse nunca a Finnick con la vergüenza que sentía. Vivían trató de calmarse.

«¡Deja de avergonzarte!»

Pero el rubor de su rostro se negaba a desaparecer.

«Si o si está avergonzada en este momento. Pero, ¿siente ella la alegría y la emoción que siento yo?»

Podía sentir el calor del cuerpo de Vivían y oler su fragancia. Finnick sintió que su autocontrol era desafiado una vez más. Por pura determinación, fue capaz de aguantar. Finnick sabía muy bien que no era el momento para eso, viendo que Vivían estaba herida y el hecho de que se estaba recuperando. Por no hablar de que su trauma de hace dos años seguía siendo un gran obstáculo que no habían superado. Mientras Vivían yacía en los brazos de Finnick, era ajena a los pensamientos del hombre. No tenía ni ¡dea de que acababa de escapar del lobo feroz. Eso fue, hasta que Finnick la abrazó y sostuvo los lóbulos de sus orejas entre sus labios.

—Un día. Te voy a comer —murmuró.

Vivían se quedó confundida durante unos segundos antes de darse cuenta de lo que quería decir. Su rostro, ya ruborizado, se sintió al instante como si estuviera a punto de estallar una vez más.

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