Los dos llegaron al exterior del almacén.
Varias personas ya estaban registrando sus artículos. Los artículos que donaban eran exquisitos, y eran cosas que tenían cierto valor de colección.
Cuando el personal le preguntó a Vivían dónde estaba su artículo para la subasta, las cejas de Vivían se fruncieron.
Exclamó:
-¡Oh, no, me he olvidado de traer algo hoy!
El funcionario la miró sorprendido.
«¿Hay gente que no lleva nada a una subasta benéfica? ¿Es la primera vez que me encuentro con una señora tan rara?»
La cara de Vivían se sonrojó, sintiéndose avergonzada ante el funcionario.
«El personal debe pensar que soy una estafadora que ha venido a timar con comida y bebida».
Cuando Finnick vio que Vivían se quedaba quieta como una niña que había hecho algo malo, sacó de su bolsa una caja de terciopelo azul. A continuación, pidió a un miembro del personal que lo abriera, diciéndole que era la donación de la Sra. Norton para ese día. Finnick le había preparado el objeto, pero el personal se había apresurado a preguntarle por él; no pudo entregárselo a tiempo. Cuando el funcionario vio la intrincada caja de terciopelo, se preguntó qué clase de tesoro habría en ella. En el momento en que abrió la caja, se quedó perplejo. La donación de la Sra. Norton era un extravagante collar de diamantes; en el collar había un total de nueve diamantes, y cada uno de ellos era de primera calidad. El trabajo era exquisito, y en general, el collar era magnífico.
«¡La Sra. Norton es tan generosa! Por fin hay algo que esperar para la subasta de hoy».
El miembro del personal casi babeó mientras lo miraba.
Incluso Vivían también se quedó boquiabierta. Nunca había visto algo tan bonito como este collar de diamantes.
Finnick preguntó:
-¿Te gusta? Si es así, subastaremos otra cosa. Te regalaré esto en su lugar.
—¿Quién ha donado este collar?
El personal echó un vistazo a la lista y respondió:
-Esto es de la Sra. Norton del Grupo Finnor. -El personal dijo entonces-: ¿No es precioso? Es la primera vez que veo un collar de diamantes tan celestial como éste. He oído que se hace a medida en África, y solo hay tres en todo el mundo. Este es uno de ellos.
El empleado pensó que su explicación despertaría el interés de Ashley, pero para su sorpresa, ésta puso los ojos en blanco.
Cuando Ashley se dio cuenta de que Vivían donaba un collar tan caro, los celos surgieron en sus venas. Se trataba de una subasta benéfica para ricos. Ashley se negó a dejar que Vivían le robara el protagonismo; ¡tenía que ganarla!
El miembro del personal parecía ahora molesto mientras preguntaba a Ashley:
-¿Puedo saber qué va a donar hoy?
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