Al ver la vacilación de Vivian, Finnick se dio cuenta de que ella debía de haberle malinterpretado y había optado por darle la espalda. Si esto seguía sin resolverse, la ira de Vivian estallaría tarde o temprano.
—Vivian, yo... —Finnick quería explicárselo todo a Vivian, pero en el momento en que abrió la boca se dio cuenta de que ahora no podía contárselo todo. Después de todo, seguía siendo un secreto. No podía arruinar la sorpresa. Se vio obligado a cambiar de tema—. Solo estaba arreglando algunas cosas de la compañía.
Cuando terminó su frase, los dos se sumieron en un incómodo silencio. El aire estaba cargado de reproches.
Vivian empezó a hojear las páginas de una revista, pero le parecía estar leyendo un idioma extranjero. En el fondo, ella tenía la firme creencia de que Finnick estaba llamando para ayudar a Ashley y a la familia Miller. Una vez había prometido protegerla y dar siempre la cara por ella.
«¿De qué se trata entonces? ¿Cómo pudo romper su promesa?»
Finnick pensaba contarle a Vivian cómo Ashley le había salvado cuando eran más jóvenes. Al fin y al cabo, el malentendido se debía a la falta de comunicación. Además, también quería disculparse con Vivian. Tenía que admitir que había sido injusto con ella.
Finnick tosió un poco, rompiendo el rígido silencio.
—Vivian, para ser sincero, en realidad he estado ocupado con los asuntos de la familia Miller durante estos días.
—Lo sé. No tienes que explicarme nada. —De repente, Vivian ya no tenía ganas de escucharle. En cuanto oyó «la familia Miller» le entraron náuseas.
Ya se imaginaba lo contenta que estaba Ashley. Cuando se encontraron en la puerta hace un momento, ya había visto la expresión arrogante de Ashley.
—Vivian, no lo entiendes. —Finnick empezó a sentir pánico ante la indiferencia de Vivian—. En realidad, Ashley...
De repente, Vivian dejó la revista y se levantó.
—Lo siento, tengo que ir al baño.
En este punto, Finnick tenía ganas de rendirse; no había esperado que Vivian odiara tanto a Ashley.
«¿Por qué no puede dejarme explicar?»
Ya era lo suficientemente malo sin que Vivian supiera que Ashley era el cerebro detrás de todo lo que sucedió hace dos años. Si lo supiera, en definitiva odiaría aún más a Ashley.
Vivian se encerró en el baño, con los ojos escocidos por las lágrimas. Ella sentía que Finnick nunca entendería su punto de vista.
Esa persona llamó:
—Sr. Norton, por favor, abra la puerta. Este es el mayordomo.
La expresión de Finnick se ensombreció y abrió la puerta con desazón.
El mayordomo miró al interior pero no vio a Vivian. Con una sonrisa, dijo:
—Sr. Norton, hay mucha gente fuera que está aquí para celebrar el cumpleaños del Sr. Norton, así que quiere que usted y la Sra. Norton bajen.
—Bien, lo tengo. Bajaremos en un segundo —respondió Finnick.
Vivian abrió la puerta al oír las palabras del mayordomo y mantuvo la cabeza baja, sin querer mirar a Finnick a los ojos.
—Vivian... —dijo Finnick mientras estiraba la mano para agarrar su brazo con un poco de fuerza.
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