Los dos se besaron durante un buen rato antes de separarse. Todos sus problemas anteriores ya se habían disipado a base de besos. En ese momento, él sintió que era el momento adecuado para explicarse ante ella. La soltó de mala gana y dijo en voz baja:
—Recuerdas la historia que te conté sobre cómo una vez una niña me salvó la vida cuando era más joven, ¿verdad?
—Sí. Incluso me enseñaste fotos.
Vivian no sabía por qué sacaba el tema de repente.
—Esa niña era Ashley Miller.
—¿Qué?
Vivian abrió los ojos con incredulidad. ¡Era una gran coincidencia!
—¿Cómo puede ser Ashley? ¿Lo has comprobado?
Vivian aún no podía creer lo que escuchaba. No es que no quisiera creerlo, pero después de conocer a Ashley durante muchos años, no podía entender cómo podía ser tan amable para ayudar a un extraño.
—Debería serlo. Basándonos en la foto y en la lista de nombres de los compradores de la prenda de edición limitada, Ashley es la candidata más probable. Su edad también coincide con el momento…
Vivian recordó la foto que le mostró Finnick. En la foto había una niña con un vestido de princesa Disney de edición limitada que por casualidad también tenía Ashley. En aquel momento, pensó que era una mera coincidencia. ¿Quién iba a saber que era ella? Finnick dijo sintiéndose culpable:
—Sé que Ashley te hizo muchas cosas desagradables, pero me salvó la vida, así que tenía que devolverle el favor.
Vivian al fin se dio cuenta de que la extraña actitud de Finnick hacia Ashley en los últimos días era solo que estaba tratando de pagar la deuda y no por amabilidad o piedad. Finnick aún la amaba. Después de un rato, habló:
Vivian apoyó la cabeza en sus anchos hombros y se quedó callada. En ese momento, supo que no necesitaba decir mucho. Solo sabía que cualquiera que pudiera entenderla tan bien era merecedor de su respeto, así que no necesitaba prestar atención a los que no lo hacían. Ya era suficiente que él fuera tan considerado con ella sin necesidad de que dijera nada.
—Finnick, hiciste lo correcto. Tienes que dar las gracias a quien te salvó la vida, después de todo. Si no fuera porque Ashley te salvó, no nos habríamos conocido —reconoció en voz baja.
Al oír eso, Finnick se quedó callado. Se limitó a estrecharla en otro abrazo mientras ambos contemplaban las brillantes luces de Sunshine City. La cantidad de luces que había por todos los edificios hacían que pareciera que éstos se habían revestido de costosas joyas y gemas preciosas. Las calles, bordeadas de farolas y letreros luminosos de neón, brillaban más que la Vía Láctea. Los coches circulaban incesantes por las carreteras, asemejándose a farolillos rojos y amarillos que pasaban de un lado a otro sobre oscuras franjas de asfalto.
Cuando la ruleta llegó a su punto más alto, él acercó de repente a Vivian a la ventana. Ella no entendió y lo miró con desconfianza. Entonces, oyó a Finnick murmurar:
—Tengo algo para ti.
Vivian no había tenido la oportunidad de reaccionar cuando vio una serie de luces que brillaban fuera de la ventana.
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