Casado dela noche a la mañana romance Capítulo 294

Después de vomitar, Vivian se sintió mucho mejor.

«En los últimos días he tenido náuseas. Deben ser las náuseas matutinas». Su espíritu se disparó al pensar en ello, incluso cuando su corazón se hinchó de amor.

Al lavarse las manos en el fregadero, se tomó un momento para mirar su reflejo. Parecía haber perdido un poco de peso. A pesar de ello, le animaba la idea de ser madre. Cuando volvió a la oficina, se dio cuenta de que todos la miraban con una amplia sonrisa.

«¿Ha pasado algo?»

Su voz era cautelosa cuando preguntó:

—Err... ¿Ha pasado algo bueno, chicos?

Sarah se acercó a ella y le dijo:

—¡Felicidades, Vivian! Estás embarazada, ¿verdad?

¡Así que fuiste tú! ¡Atrapada!

Sintiéndose un poco tímida, Vivian murmuró:

—Sí... estoy embarazada.

Sarah la abrazó con fuerza, chillando con fuerza. Era casi como si fuera ella la que estaba embarazada y no Vivian. En su excitación, Sarah sacudió a Vivian mientras balbuceaba:

—¡Vaya, eres increíble, Vivian! ¡Vas a ser madre! El Sr. Norton va a ser padre.

Jenny se apresuró a detener los movimientos de Sarah, reprendiéndola:

—¡Suéltala! Las mujeres embarazadas no deberían moverse de forma tan brusca, sobre todo en los primeros meses. Su embarazo aún no es estable. La vas a lastimar.

Jadeando, los colores se agotaron en el rostro de Sarah, que se soltó de inmediato del agarre de Vivian.

Sonriendo, Vivian le aseguró:

—Estoy bien, Sarah. Todavía no soy tan frágil.

El resto de sus compañeros se arremolinaron para felicitarla. También le recordaron que debía tener cuidado a partir de ahora.

—Ven a mi despacho. Quiero hablar contigo.

Sus colegas se encogieron en sus asientos ante la tensión que podían percibir procedente de su editor en jefe.

Sin poder elegir, Vivian siguió obediente a Fabian hasta su despacho. Sarah y el resto agacharon el cuello para mirar. Una vez que los dos entraron en el despacho, murmuraron entre ellos, tratando de adivinar lo que él tenía que decirle. Se dieron cuenta de que siempre tenía una mirada extraña cuando la miraba fijo. A veces, actuaba como si le guardara rencor; otras veces, era todo lo contrario y la trataba con amabilidad.

Como estaba embarazada, Fabian le indicó a Vivian que tomara asiento. Sin embargo, en el fondo de su corazón, se encontró incapaz de aceptar esa realidad. Sus labios temblaron cuando preguntó:

—Estaban hablando de que estabas embarazada. ¿Es eso cierto?

—Sí.

—Vivian, ¿de verdad piensas quedarte con Finnick el resto de tu vida? —gruñó. La ira se apoderó de su tono mientras continuaba—: ¡No puedes dar a luz a ese bebé! ¿Has olvidado lo que tú y tu madre han pasado? ¿Quieres que la historia se repita?

Al principio, Vivian se sintió sorprendida por la seriedad de las palabras de Fabian. Luego, su expresión se endureció.

«¿Por qué mi embarazo tiene que ver con lo que hizo mi padre? Finnick no es Harvey Miller. ¡Él no me hará lo que Harvey le hizo a mi madre! ¡Comparar a los dos es indignante!»

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