—¿Por qué estás aquí? —preguntó.
Benedict respondió sonriendo:
—Bueno, por supuesto, estoy aquí para visitar al paciente. —Al notar la confusión en el rostro de Vivian, le explicó—: Cuando visité a la señora Rachel ayer, me enteré por ella de que estás herida y que te han ingresado en el hospital. Estaba muy preocupada por ti, pero no puede visitarte en su actual estado de salud. Así que me pidió que viniera a comprobar si estabas bien.
—¿Está bien mi madre? —Vivian no pudo evitar sentirse preocupada cuando Benedict mencionó el estado de salud de Rachel.
Benedict la tranquilizó:
—Sí, está bien. No hay que preocuparse. —Luego, le preguntó—: ¿Estás bien?
—Sí, gracias a Finnick —respondió Vivian.
Sin embargo, el rostro de Benedict se ensombreció al mencionar a Finnick.
—Huh —resopló—. Pensé que Finnick había perdido las dos piernas hace diez años, pero resulta que salió ileso. Evelyn fue la única que murió en el incendio.
Al escuchar sus sarcásticas palabras, Vivian frunció las cejas.
—Benedict, ninguno de nosotros sabe lo que pasó en ese momento. No creo que Finnick diera por muerta a Evelyn. Espero que no vuelva a decir cosas así antes de que nos enteremos de la verdad.
Benedict no prestó atención a las palabras de Vivian. Para él, Vivian sólo intentaba defender a Finnick.
De repente, se congeló en el acto cuando algo llamó su atención. Al notar su anormalidad, Vivian siguió su mirada y vio la Encantadora Azul, un regalo de Elaine, sobre la mesita de noche.
Volviendo a mirar a Benedict, preguntó confundida:
—¿Qué pasa?
—Es la flor favorita de Evelyn —respondió Benedict con pena, fijando sus ojos en la Encantadora Azul.
«¿Qué? ¿La Encantadora Azul es la flor favorita de Evelyn?»
Vivian sacudió la cabeza divertida ante la exageración de Samuel.
—Oh, abuelo, lo están exagerando. Estoy bien —tranquilizó Vivian a Samuel mientras le ayudaba a entrar en la sala para sentarse en el sofá.
—¿De verdad? —preguntó Samuel sin poder desprenderse de sus preocupaciones.
Vivian respondió con impotencia:
—De verdad. Como puede ver, estoy bien.
«¿Qué han dicho de mi lesión? ¿Por qué me visita todo el mundo de repente?»
Samuel la escudriñó de pies a cabeza, asegurándose de que estaba bien antes de poder tranquilizarse.
—Creo que es mejor que te hagas un chequeo completo por si hay alguna secuela. También puedes pedirle al médico que compruebe tu fertilidad. Estoy deseando conocer a mi nieto.
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