Vivían se giró y vio que Finnick había regresado. Estaba allí de pie. Su figura era delgada y sus piernas eran largas y esbeltas. Su camisa azul claro perfilaba su cuerpo esculpido a la perfección.
Una mirada solemne cruzó los ojos de Vivían. «Es un hombre tan excepcional, pero está obligado a sentarse en una silla de ruedas. ¿Cómo se sentirá?», se preguntó.
En cuanto Xavier vio a Finnick, una frívola sonrisa volvió a aparecer en sus labios mientras bromeaba:
-Le digo a Vivían que me he enamorado de ella a primera vista y que planeo robarla. Finnick, ya sabes lo encantador que soy. Tengo muchas mujeres adulándome. Debes tener cuidado.
—No creas que Vivían es igual que esas mujeres que te rodean -reprendió Finnick con calma. Se dirigió a la mesa del comedor y abrió la botella de vino tinto—. Nunca le gustarás.
-¡Hmm! Qué confianza! -resopló Xavier con desdén.
Con el animado Xavier alrededor, no hubo ni un solo momento de aburrimiento durante la comida. Vivían se reía de principio a fin gracias a él. Solo cuando terminaron el postre, él se limpió la boca y se levantó de mala gana.
-Muy bien, Vivían. Tengo una cita hoy, así que no los molestaré más. Te visitaré de nuevo.
Vivían se levantó con Finnick para despedir a Xavier. Solo volvieron al comedor después de que el ostentoso coche deportivo rojo de su amigo se alejara a toda velocidad.
Finnick llevaba los platos de la mesa del comedor a la cocina cuando Vivían lo vio.
-Déjame hacerlo -intervino de inmediato, queriendo quitar los platos de las manos de Finnick. Sin embargo, él levantó la mano y la detuvo.
-Puedo hacer cosas sencillas como ésta -respondió él con voz grave. Al no tener otra opción, ella solo pudo ayudarle a sacar la mesa. Mientras colocaba los platos en
el lavavajillas, preguntó de golpe:
-¿Qué te ha dicho Xavier hace un momento?
Vivían se quedó sorprendida. Sin embargo, siguió respondiendo con sinceridad:
—Me dijo por qué finges estar lisiado.
-Ya veo.
Finnick asintió, sin sorprenderse en absoluto. Vivían también lo esperaba. Dado que Finnick y Xavier compartían tantos años de amistad, podía adivinar lo que Xavier le había dicho.
-¿Me culpas? -volvió a preguntar Finnick mientras lanzaba una mirada melancólica. Sorprendida, Vivían no entendió a qué se refería.
-¿Culparte de qué?
-Debería ser yo quien te contara todas estas cosas -murmuró mientras colocaba el último plato en el
-Um... Iré a tomar la llamada.
Con la cabeza agachada, Vivían masculló, retiró la mano y se dirigió al salón. Cuando agarró el teléfono de la mesa y vio la llamada entrante y frunció el ceño. Pulsó el botón y preguntó con tono neutro:
-Ashley, ¿por qué me llamas?
Ashley y Vivían compartían el mismo padre, pero madres diferentes. Aunque estaban emparentadas por sangre, crecieron en entornos muy distintos y apenas se veían. Por lo tanto, no había ningún vínculo de hermandad entre ellas.
En especial después de lo ocurrido con Fabian, Vivían sintió que ya no era necesario que fingieran amistad. Por lo tanto, no sabía por qué Ashley la llamaba.
La enfermiza y dulce voz de Ashley sonó en el teléfono:
—Vivían. Parece que no estás contenta de recibir mi llamada.
Vivían no podía molestarse en seguir actuando con ella. Con un tono impaciente, le espetó:
—No hay nada de lo que alegrarse. Déjate de tonterías. ¿Qué quieres?
-Por supuesto que te llamo para informarte de las buenas noticias —dijo Ashley con voz melosa—. He oído que el estado de la señora William está mejorando, ¿verdad?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Casado dela noche a la mañana