—Lo siento... Finnick... Lo siento, no quería pelearme contigo... Yo estaba... Yo... —decía Vivian enredada.
—No pasa nada. No tienes que dar explicaciones. Lo entiendo.
Sus palabras de consuelo la hicieron estallar en lágrimas una vez más. Era demasiado estrecha de miras como para discutir con él sin razón por unas historias inventadas.
Le dolió el corazón cuando la vio llorar a mares. Con amor, le besó los ojos con la intención de detener sus lágrimas. Sus besos eran tan ligeros como una pluma, cayendo con sutileza sobre sus ojos. Sin darse cuenta, Vivian le rodeó la cintura con las manos.
Beso a beso, fue bajando. Las amargas lágrimas que ella lloró fluyeron por sus labios y ablandaron su corazón. Le plantó un beso en los labios y eso le hizo querer más. Dejó que su avidez se apoderara de él mientras deslizaba su lengua en la de ella. Con pasión, canalizó todo su afecto por ella en besos.
A diferencia de su tímida personalidad, Vivian se mostró más apasionada que nunca al responder a los avances amorosos de Finnick. Dirigió todas sus quejas, miedos y ansiedades experimentadas en los últimos días hacia sus acciones. A medida que su entusiasmo se intensificaba, sus cuerpos se pegaban el uno al otro para satisfacer sus lujuriosos deseos.
Finnick se metió debajo del pijama de Vivian y le acarició la cintura. Movió poco a poco su mano hacia arriba, buscando un punto dulce. Sus frías manos la hicieron gemir despacio mientras se aferraba más a él.
—Hmm...
De mala gana, Finnick se retiró de sus labios, se inclinó hacia atrás y sonrió. Desconcertada por su repentina inacción, los sombríos ojos de Vivian le miraron.
—Vivian —le susurró al oído—, no me he duchado. Además, tienes un pie herido.
Su tono hacia el final de la frase demostraba decepción. Sus palabras la devolvieron a la realidad. Al darse cuenta de lo apasionada que estaba, su rostro se puso rojo carmesí como si estuviera en llamas. Estabilizando sus pasos, lo empujó.
Vivian se quedó sin palabras.
—¡Argh!
En cuanto Finnick salió de la habitación, Vivian enterró la cabeza en una almohada y soltó un grito. Al principio estaba llena de rabia, ¿cómo se transformó esa emoción en...?
Al recordar la iniciativa que tomó, volvió a sentir timidez. «Seguro que ahora se está riendo de mí», pensó. Tumbada en la cama, visualizaba cómo Finnick se burlaría de ella en el futuro. Sonrojada, se convirtió en una dama coqueta. El miedo a que él la dejara por Evelyn había desaparecido por completo.
Al cabo de un rato, agarró su teléfono y abrió Twitter. El nombre de Evelyn aparecía en toda la pantalla: «La Sra. Morrison escapó de la muerte». «¿A quién elegirá Finnick?» «El reencuentro después de una década».
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