Un día, Evelyn llamó a Vivian. Al ver que su nombre aparecía en el teléfono, no supo qué hacer. Al final, su dedo pulsó el botón:
—¿Hola?
La dulce voz de Evelyn sonó en sus oídos:
—Vivian, soy yo. Me gustaría ir de compras hoy. ¿Tienes tiempo para venir conmigo?
—Yo...
Vivian quiso negarse, pero no se le ocurrió ninguna excusa. Era pésima para crear excusas. «¿Debo decirle que no puedo porque todavía me duele el pie?» Justo cuando estaba debatiendo qué excusa utilizar, Evelyn tomó la delantera y le dio una sugerencia:
—Oh claro, ¿cómo está tu pie ahora? Si aún no se ha recuperado del todo, ¿te visito en tu casa?
—No te preocupes. Mi pie está curado.
El hogar les pertenecía tanto a Finnick como a Vivian, así que no quería recibir a Evelyn en su espacio privado.
—Es estupendo escuchar eso. Debes estar aburrida de quedarte en casa. Salgamos —siguió persuadiendo Evelyn con entusiasmo.
—Um... De acuerdo.
Tan pronto como aceptó, quiso golpearse a sí misma. ¿Por qué no había aprendido a decir que no? Debería haber dicho que no quería ir en su lugar.
—Muy bien, te enviaré la ubicación. Nos vemos pronto, ¡adiós! —se despidió Evelyn antes de colgar.
Recordó su última experiencia de compras con Evelyn; cómo eligió la ropa para ella; el Blue Enchantress que llevó cuando la visitó en el hospital; el perfume que le regaló durante su primera entrevista. Parece que ella es la causa de todas las discusiones que he tenido con Finnick. «¿Su objetivo es solo ir de compras conmigo esta vez? ¿Cuál es su motivación oculta?»
—Vivian, ¿te importa mi pasado con Finnick?
La pregunta descarada de Evelyn pilló a Vivian desprevenida.
—No te preocupes, nunca seré un rompehogares. Como los dos están casados, no seré una amante ni me meteré en el asunto. Además, con mi belleza y mi cerebro, estoy segura de que podré conseguir a cualquier chico que me guste en el futuro —bromeó—. Así que ten por seguro que no interferiré en tu matrimonio a pesar de haber tenido una profunda relación con Finnick en el pasado. Soy una mujer con clase.
La expresión sincera de Evelyn hizo que Vivian se sintiera mal por dudar de ella.
—Es bueno que pienses así. Estoy segura de que conocerás a alguien mejor que te quiera más.
Evelyn sonrió de oreja a oreja y respondió:
—¡Por supuesto! Está bien, ya dejemos de hablar de él. Deberíamos soltarnos el pelo y pintar la ciudad de rojo hoy. ¿Hay algún lugar especial al que te gustaría ir?
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