Mientras Vivian daba un ligero tirón a su brazo, Evelyn sonreía con alegría y, en cambio, la sujetaba con más fuerza. Los que no lo supieran pensarían sin duda que eran buenas amigas. Vivian solo podía dejar que Evelyn la sujetara como quisiera.
Cuando llegaron al centro comercial, Evelyn no animó a Vivian a comprar ropa como la última vez. En su lugar, Evelyn se paseó probándose piezas ella sola y compró un montón de ropa. Cuando Evelyn se probaba la ropa, Vivian la ayudaba a llevar su bolso y las bolsas de ropa que ya había comprado. Con las dos manos llenas, Vivian la seguía por detrás como si fuera su criada.
Al llegar a una nueva tienda, Evelyn vio otro vestido azul claro sin tirantes y se dirigió al probador para probárselo. Vivian, por su parte, estaba agotada mientras se sentaba en la zona de descanso para esperarla. Cuando Evelyn terminó de cambiarse y salió, se giró y se miró en el espejo con satisfacción.
—Señorita, el color de este vestido hace juego con su tono de piel y muestra su figura. Le queda muy bien. —La dependienta que estaba a su lado la elogió.
—Sí, lo sé. —A Evelyn también le gustó el vestido y su sonrisa se amplió al escuchar los elogios de la dependienta.
Después de mirarse por segunda vez en el espejo del probador, Evelyn miró fijo a Vivian, que estaba sentada en un sofá de la zona de descanso. Cuando la dependienta siguió la mirada de Evelyn, pensó que ésta estaba preocupada por no poder llevar más bolsas. Cuando los dos entraron en la tienda antes, se fijó en la señora, que en ese momento estaba sentada en la zona de descanso, cargando con muchas bolsas, y parecía que no tenía capacidad para cargar más.
—Señorita, no tiene que preocuparse, es posible que le entreguemos su compra en su casa, solo tiene que dejar su dirección después. En cuanto a la ropa que compró antes, también se la entregaremos —dijo la dependienta pensativa.
Sin embargo, Evelyn se negó rotundamente:
—No hace falta, me gusta mucho este vestido y quiero ponérmelo de inmediato cuando esté en casa. No quiero esperar a que me lo envíes.
—Señorita, no tardará mucho. Podemos arreglar la entrega para usted ahora mismo y debería estar entregado para cuando llegue a casa. No tendrá que esperar demasiado. —La dependienta sonrió mientras le explicaba a Evelyn.
Evelyn no esperaba que esta dependienta fuera tan habladora, y respondió mientras su rostro se ensombrecía: —He dicho que no es necesario.
La vendedora no esperaba que la clienta se sintiera tan agitada por su atento gesto y respondió.
—Lo siento señorita, lo entiendo.
—¿Yo? —Vivian no sabía cuáles eran las intenciones de Evelyn. Luego sacudió la cabeza y dijo—: Creo que este vestido no me sienta bien.
—No sabremos si la ropa nos queda bien hasta que nos la probemos. Adelante, pruébatela. —Evelyn levantó a Vivian y la condujo hacia el vestuario.
Tras ser arrastrada por Evelyn al camerino, Vivian se vio obligada a ponerse el vestido que le había entregado.
Evelyn elogió a Vivian de forma exagerada nada más salir.
—Vaya, Vivian. Estás aún más guapa que yo con ese traje. No puedo evitar sentir que el diseño en la zona de la cintura de este vestido es un poco alto para mí, pero para alguien de tu altura, ¡es justo lo que necesita!
—¿De verdad? —preguntó Vivian con dudas mientras miraba a Evelyn en el espejo de ajuste. Aquel vestido acentuaba la esbelta y preciosa cintura de Evelyn, y la parte hueca de encaje en el centro dejaba incluso al descubierto su hermosa cintura curvilínea. Al ver que estaba impresionante con él, Vivian no sabía de qué se quejaba.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Casado dela noche a la mañana