Atónita, Vivían bajó la cabeza para ver de cerca lo que acababa de lanzarle. De repente, todo el color se le fue de las mejillas mientras su cuerpo se estremecía sin parar. Eran fotos. Las imágenes estaban borrosas y desenfocadas, por lo que era evidente que habían sido tomadas en secreto. Sin embargo, la persona que aparecía en las fotos era muy reconocible.
No era otra que ella misma.
Estaba tumbada en la cama con la ropa revuelta y las mejillas sonrojadas. Aunque las fotos eran borrosas, era evidente lo que estaba haciendo.
La mente de Vivían se quedó en blanco. Y en ese momento, reconoció cuándo se tomaron las fotos: hace dos años. Agarrándolas, miró fijo a Fabian y le exigió con voz aguda:
—¿De dónde has sacado estas fotos?
Lo que ocurrió hace dos años fue una pesadilla para ella.
Sin embargo, después de todo ese tiempo, estaba empezando a dejar atrás su pasado. Ni en un millón de años imaginó que alguien la fotografiara. Con ello, el horrible incidente se convertiría en una mancha inamovible que la acompañaría para siempre en su vida.
—¿Qué pasa, Vivían? ¿Tienes miedo?
Mirando el rostro ceniciento de Vivían, Fabian no pudo evitar burlarse:
-Si tienes miedo ahora, ¿por qué hiciste cosas tan sucias entonces?
Las emociones de Vivían se estaban descontrolando. Las burlas de Fabian solo la hacían sentir frustrada.
-¡Fabian, no tengo nada que ver contigo! Deja de meter las narices en mis asuntos -dijo con una voz muy fría—. Solo dime de dónde has sacado esas fotos. ¿Quién las tomó? ¿Quién te las dio?
Cuando Fabian vio lo pálida que estaba Vivían, su corazón no pudo evitar una punzada. Sin embargo, cuando su mirada se posó en aquellas reveladoras fotos, su furia volvió a aumentar.
-¿No sabes muy bien quién fue? ¿Por qué me lo preguntas a mí?
Fabian miró a Vivían con burla, y con los ojos llenos de desdén.
Fabian estaba tan frustrado que sentía que su pecho iba a explotar. Debía hacer algo al respecto, de lo contrario podría volverse loco.
De repente, agarró su teléfono y marcó un número. Después de que la persona tomara la llamada, Fabian esbozó una sonrisa falsa.
-Hola, tío Finnick. Soy yo, Fabian. No te he visto después de mi regreso, ¿verdad? Sí, te fuiste durante la cena familiar porque tenías algo pendiente. Hoy voy a pasar por tu empresa. ¿Por qué no tomamos un café juntos?
Después de media hora, llegó a la cafetería cercana al Grupo Finnor. Finnick estaba sentado en una silla de ruedas junto a la ventana. Cuando bajó la cabeza y vio el sobre en la mesa, sus ojos se entrecerraron.
-Fabian, ¿qué es esto?
Fabian estaba sentado al otro lado de la mesa. Aunque se sintió un poco intimidado por el aura sobrecogedora de Finnick, dijo con tono estoico:
—Creo que deberías saber algunas cosas, tío Finnick.
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