El odio de Evelyn hacia Vivian se intensificó al instante.
—Ben, ¿cómo has podido abofetearme? —gritó Evelyn—. ¡Nunca me has pegado desde que era una niña, y ahora lo haces por culpa de una extraña!
—¿No debería? —Benedict respondió furioso—. Te he mimado demasiado durante estos años. Así, eres capaz de contratar a alguien para cometer un crimen. ¿Sigues siendo la Evelyn que yo conocía?
Tenía el corazón roto.
«Siempre supe que Evelyn era una chica caprichosa. Sin embargo, me sorprendió que cometiera algo tan cruel después de muchos años sin verla».
Evelyn se sintió mal al escuchar a Benedict reprendiéndola de esa manera.
—Esto no es culpa mía. ¡Es culpa de Vivian! ¿Cómo pudo alejar a Finnick de mí? Nada de esto habría ocurrido si ella no se hubiera casado con Finnick! —gritó Evelyn.
—Evelyn. —Benedict se quedó sin palabras al escuchar sus palabras—. Vivian y Finnick están casados. Son una pareja legalmente casada. Por lo tanto, no deberías interferir en su matrimonio. ¿Quieres ser una rompehogares a los ojos del público?
—¡No me importa! ¡Finnick es mío, y solo mío! —exclamó Evelyn en voz alta—. Ella no tiene derecho a estar con Finnick. Yo lo conocí primero, ¡así que solo yo puedo estar con él!
Evelyn sujetó el brazo de Benedict con ojos suplicantes.
Vivian sacudió la cabeza. Sentía que la cabeza le iba a estallar de dolor por cualquier mínimo movimiento. En ese momento, frunció las cejas y no se atrevió a moverse ni un centímetro. Ya estaba agotada física y mentalmente de lidiar con los mendigos. Además, se sentía aún más débil después de que Evelyn la golpeara con un ladrillo. En ese momento, pudo sentir la sangre que salía de su cuerpo mientras su visión empezaba a perder el foco. Benedict se dio cuenta de la expresión de dolor de Vivian mientras se apresuraba a llevarla al coche.
—Quédate conmigo, ¿sí? Te llevaré al hospital. ¡Me encargaré de ti cuando esto termine! —le gritó Benedict a Evelyn antes de salir del almacén con Vivian en brazos.
—¡Aaarrggggh! —gritó Evelyn con rabia mientras los veía salir del almacén—. ¡Vivian, todo esto es culpa tuya! Si no fuera por ti, ¡Finnick seguiría siendo mío! Si no fuera por ti, ¡Ben no me habría tratado así! Él es quien más me ha querido desde que era una niña. ¡Todo es culpa tuya! Te odio! —La voz de Evelyn resonó en el almacén vacío. Se secó las lágrimas con los brazos y apretó los puños con fuerza mientras una ola de odio se agitaba en su corazón.
«Tuviste suerte, Vivian. ¡Pero te juro que esta será la última vez que alguien acuda en tu ayuda!»
Mientras tanto, Vivian podía sentir que descansaba en un cálido abrazo. Un par de brazos firmes la sostenían, haciéndola sentir a gusto. Era como si alguien hubiera construido un puerto que la mantuviera a salvo y segura.
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