-Agárrate fuerte. -Finnick bajó la mirada hacia ella y sonrió—, ¡Estamos bailando!
Mientras hablaba, Finnick movió su silla de ruedas al ritmo de la música, balanceándose con suavidad hacia delante y hacia atrás.
En cuanto a Vivían, se inclinó hacia su abrazo mientras ambos rodaban juntos bajo las luces brillantes y las miradas de los invitados. Estaba hipnotizada por el momento. Observando el apuesto rostro de Finnick, no pudo encontrar ni un solo defecto en sus cincelados rasgos. Su mirada, por lo general fría, estaba ahora revestida de dulzura. Esto hizo que su expresión brillara como un destello.
«Este hombre guapo es en realidad mi marido».
Mientras la silla de ruedas de Finnick se balanceaba con suavidad al ritmo de la música, todos los demás invitados se quedaron boquiabiertos. Incluso Ashley, que era el centro de atención hace un momento, no pudo evitar
detenerse a observar.
-¿Bailar en una silla de ruedas? -exclamó. Pero, los celos pronto llenaron sus ojos mientras se burlaba—: Un lisiado siempre será un lisiado. Esa es la triste realidad.
Ashley había planeado burlarse de Finnick y Vivían. Pero cuando vio lo excepcionalmente apuesto que era Finnick y cómo bailaba con gracia en su silla de ruedas al ritmo de la música, sintió de repente que su burla había perdido todo su fundamento. Además, no estaba sola. Todos los demás invitados que la observaban, asombrados al principio, estaban ahora llenos de envidia.
-¡Dios mío! Es la primera vez que veo a alguien emitir tanto encanto bailando en una silla de ruedas.
-Me da mucha envidia esa chica llamada Vivían por lo mucho que la quiere su marido. Además, es un hombre tan romántico y capaz también.
-Ese es el segundo hijo de la familia Norton para ti. — Unos cuantos invitados de edad avanzada recordaron lo sucedido hace mucho tiempo. Con un tono de pesar en su voz, comentaron-: Era un niño tan excepcional desde joven. Si al menos no hubiera ocurrido el secuestro. Ufff.
Mientras tanto, Vivían, que estaba sentada en el regazo de Finnick, podía oír muy poco de los comentarios de los otros invitados, aunque no podía entender lo que decían. Sin poder resistirse, miró hacia ellos. Sin dudarlo, Finnick levantó las manos y la sujetó por la barbilla para detenerla.
—¿Te importa el qué dirán? -Claro que Finnick sabía a la perfección lo que pasaba por la cabeza de Vivían.
Vivían sonrió con torpeza en respuesta.
-Señora Norton, el anciano señor Norton quiere verla en el estudio.
Vivían estaba sorprendida.
«¿Qué quiere el viejo Sr. Norton conmigo? ¿Es por las fotos de hace rato?
Al recordar lo aguda que era la mirada del anciano señor Norton, Vivían no pudo evitar sentirse nerviosa y miró hacia Finnick inconscientemente.
Sin embargo, Finnick hizo un ligero gesto de asentimiento.
-No te preocupes, aunque el abuelo es un excéntrico, no es un hombre irracional.
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