Sin dejar de mirar a Finnick, Vivían no tuvo más remedio que ponerse la ropa. La noche anterior cuando llegó, Molly le había preparado algo de ropa para que se pusiera al salir. Eso porque cuando se casaron, él había ordenado a sus sirvientes que le consiguieran un montón de atuendos; pero como esos trajes eran demasiado caros, ella no se atrevía a usarlos demasiado por miedo a verse como una persona de clase alta.
La ropa que Molly le había dejado era una de ellas. Un vestido de tirantes que se veía ordinario, pero en realidad estaba hecho de materiales exquisitos y confeccionados de forma meticulosa, adornando a su portadora con una elegancia impecable cuando lo llevaba.
El único defecto del vestido era que, al ser de tirantes, el chupón de su cuello quedaba visible. Como no tenía ningún corrector de maquillaje a mano, se conformó con unos toques de su base para cubrirlo. Después de hacer todo lo que pudo, se obligó a bajar las escaleras con Finnick.
En el comedor, el anciano señor Norton estaba acompañado a ambos lados por Mark y Fabian, así como por Ashley. Todos los presentes estaban en medio de su desayuno. Al ver que Finnick llegaba tarde, Mark le miró fijo y se quejó:
—Finnick, llegas tarde. ¿Cómo pudiste dejar a tu abuelo esperando?
-¿No empezó a comer sin mí? -replicó Finnick con sarcasmo, mientras su silla de ruedas se deslizaba despacio hacia el lado de la mesa, continuó con timidez-: Anoche estuve un poco ocupado, por eso me acosté tarde.
Al oír la frase «un poco ocupado», todos los presentes en la mesa parecieron hacerse a la ¡dea. Casi al mismo tiempo, se volvieron hacia Vivían, que estaba a su lado. Y desde donde estaba sentado, el viejo Sr. Norton vio la marca distintiva en su cuello. Sus ojos se iluminaron de inmediato mientras ordenaba eufórico al Sr. Zane, que estaba a su lado:
—Sr. Zane, ayúdeme a buscar el nido de aves que traje del extranjero hace un tiempo. Hiérvalo y dele un cuenco a la
Sra. William.
Sintiéndose halagada, Vivían respondió de inmediato:
—Gracias, abuelo.
Al ver cómo el viejo Sr. Norton se preocupaba tanto por Vivían, Mark mostró un ligero descontento. Pero la más evidente fue Ashley; los celos eran evidentes en sus ojos, ya que la llama de la envidia ardía con fuerza en su interior. Fabian no pudo evitar mirarla también, percatándose de la evidente marca roja en su cuello.
En ese instante, sus manos bajo la mesa se apretaron de forma involuntaria y su cuerpo se tensó. Aunque hacía tiempo que sospechaba que algo debía de haber ocurrido entre Finnick y Vivían, ver a ambos con sus propios ojos le hacía sentirse inquieto. Era como si hubiera un monstruo dentro de él que rugía de rabia. No solo eso, cuando miró la cara sonrojada de Vivían y su mirada de satisfacción, no pudo evitar imaginar lo que podría estar haciendo con Finnick la noche anterior.
Desde el fracaso de la anterior cooperación con Ciudad Q, la empresa se había encontrado con una falta de capital para mantenerse. Eso se consideró la mayor crisis desde su creación.
Por fortuna, la segunda entrevista con Finnick, muy esperada, contribuyó a aumentar las ventas. De hecho, ese número en concreto se vendía como pan caliente, incluso estableciendo un nuevo récord de ventas, lo que supuso un alivio muy necesario para todos. Sin embargo, la empresa de la revista no podía seguir confiando en Finnick para aumentar las ventas. Por ello, el alivio de corta duración pronto fue sustituido por un dolor de cabeza sobre el contenido de la próxima publicación.
Justo cuando todos pensaban sin parar, un rayo de esperanza le llegó a Shannon. Su motivación la llevó a hacer unas entrevistas e investigar una fábrica ilegal de procesamiento de alimentos, lo que le permitió obtener toneladas de fotos secretas e historias internas desconocidas para el público.
Sucedió que hacía poco tiempo, el tema de la seguridad alimentaria había atraído mucho la atención del público. Todos en la oficina estaban de acuerdo en que se trataba de una primicia que merecía la pena y que sacudiría el mundo del periodismo de manera sensacional. Por lo tanto, todos se unieron y se apresuraron a trabajar durante la noche para no dejar ninguna piedra sin remover sobre la fábrica ilegal de alimentos. Estaban decididos a producir el mejor reportaje jamás escrito. Incluso Vivían, que no estaba a cargo del informe, también estaba trabajando horas extras.
Cuando el reloj marcaba las doce de la noche, ella seguía en la oficina escribiendo a máquina. Shannon apareció de repente de la nada y, con aire de arrogancia, arrojó un archivo de documentos sobre su escritorio diciendo:
-Esta es una lista de trabajadores de la fábrica ¡legal que he registrado. Muchos de ellos ni siquiera poseían títulos legales ni la documentación adecuada. Quiero que organices los detalles en el archivo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Casado dela noche a la mañana