Casado dela noche a la mañana romance Capítulo 93

Fabian llevó su tupper a la despensa para calentarlo. Sin embargo, no esperaba toparse con ella y se quedó perplejo. El rostro de Vivían se volvió impasible. Se dio la vuelta para marcharse, pero él la llamó:

-¡Vivían!

Vivían no se detuvo y continuó caminando. Sintió que Fabian la agarraba de la muñeca y tuvo que detener sus pasos. Se dio la vuelta y fue recibida por la mirada exasperada del hombre.

—Vivían —le dijo con expresión hundida—. Te estaba llamando. ¿No me has oído?

-Te oí -respondió. Su tono era frío-. Solo que no quería responderte.

La indiferencia de Vivían le dolió. Sin darse cuenta, apretó más su agarre.

-¿Sigues enfadada por lo que pasó en la fiesta? -preguntó, tratando de reprimir su frustración—. Lo siento mucho. La verdad que no tenía idea sobre las fotos.

Tienes que confiar en mí. No recurriré a actos tan despreciables.

Vivían no quiso hacerle caso. Sin embargo, cuando le oyó decir «tienes que confiar en mí», una expresión burlona apareció en su rostro-. ¿Confiar en ti? ¿Confiar en ti cómo? ¿Confiar en que destruirás mi reputación? ¿O en que no te detendrás ante nada para atormentarme?

Fabian palideció al ver que ella le arremetía. Furioso, le exigió:

-Vivían, ¿no sabes qué clase de persona soy, dado que nos conocemos desde hace tanto tiempo? No recurriría a actos tan deplorables aunque te odie.

Las palabras de Fabian la hicieron reír, y su sonrisa burlona tenía un matiz de impotencia.

Fabian le gruñó:

—¡Dices que debería haberlo sabido, pero creo que no he visto a la verdadera Vivían en los tres años que llevamos juntos! La Vivían William que yo conocí se sonrojaba incluso cuando le agarraba la mano, pero ¿y la verdadera Vivían William? Podrías seguir desfilando con esas marcas rojas en el cuello. ¿No tienes vergüenza, Vivían?

Fabian sabía que sus palabras eran duras. Unos años atrás no se habría creído capaz de pronunciar palabras tan graves. Sin embargo, sintió que se volvía loco ante Vivían. Ya no se sentía él mismo.

Por otro lado, ella se quedó tranquila cuando él le lanzó insultos. Ni siquiera sintió el impulso de rebatirle. Su mirada se volvió gélida.

-Fabian Norton -murmuró en voz baja, con un tono impasible-. Un día, cuando te des cuenta de que todo esto no son más que suposiciones tuyas, no te perdonaré ni aunque vengas a rogarme.

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