Casado dela noche a la mañana romance Capítulo 98

El ambiente en la sala se volvió de repente tenso.

-¿Fabian? -Finnick arqueó las cejas al verlo-. ¿Qué estás haciendo aquí?

Fabian no era tan hábil como Finnick para ocultar sus sentimientos. Cuando lo vio, se estremeció y soltó:

—Un matón intentó atacarme en la empresa. Vivían resultó herida porque intentó protegerme. Así que la traje aquí.

El corazón de Vivían se hundió. «¿Acaso lo hizo a propósito? ¿Por qué tuvo que detallar todo? ¿No tiene miedo de que Finnick malinterprete las cosas?», se dijo. Le lanzó una mirada nerviosa a Finnick mientras intentaba observar su reacción. Sin embargo, la profunda mirada de su esposo no le reveló nada. Su intento de leerlo fue en vano.

«Vivían... Trató de protegerme...»

La respiración de Finnick se aceleró mientras repetía las palabras de Fabian en su cabeza.

Fabian parecía estar presumiendo. Y en general, Finnick no prestaba atención a tales provocaciones. Sin embargo, incluso él tuvo que admitir que las palabras de su sobrino habían sido como sal en la herida. El golpe en los brazos de Vivían le pareció aún más chocante en ese momento. Y respiró hondo varias veces para reprimir su ira.

Cuando volvió a hablar, su tono ya era tranquilo y sosegado:

—¿Fue así? Vivían es tu tía después de todo. Es normal que te haya protegido.

Fabian palideció ante el comentario de Finnick.

-Sin embargo —Finnick separó los labios para volver a hablar, mirando a Vivían, que estaba muy nerviosa—: Espero que no vuelvas a ser tan imprudente en el futuro.

Vivían se inquietó bajo su mirada escrutadora. No contempló el significado de sus palabras y asintió de inmediato. Entonces, la expresión de Fabian se oscureció

aún más.

Finnick rompió el silencio que se extendía entre los tres:

-De acuerdo. Fabian, gracias por traer a Vivían al hospital. Le pediré a Noah que arregle las cuentas contigo.

Vivían sintió la piel de gallina en la espalda.

—Yo... Me duele el brazo...

No tenía el valor de enfrentarse a él, así que recurrió a una excusa tan terrible. Y complementó su actuación con una cara de pena.

Al principio, pensó que Finnick la descubriría. Sin embargo, frunció las cejas y se acercó a ella. Extendió la mano para tocar despacio el vendaje que rodeaba sus brazos y le preguntó despacio: -¿Te duele la herida? ¿Está infectada? ¿Quieres que llame al médico para que le eche un vistazo?

La voz de Finnick seguía siendo tranquila y compuesta. Sin embargo, era evidente que estaba preocupado. Ella no esperaba que la tomara tan en serio y se arrepintió de su actuación. Se rio nerviosa y respondió:

—En realidad, estoy bien... Me duele un poco. Supongo que es bastante normal.

Finnick levantó la cabeza. Los dos estaban muy cerca cuando él inspeccionaba su herida. Podía incluso ver su cara de nerviosismo reflejada en su mirada profunda.

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