Zamira apenas pegó el ojo esa noche.
—No pienses tanto en eso y ve a dormir —la consoló Leandro—. Gerardo vendrá a buscarlos en persona para pedirles que regresen a ayudar con el negocio.
Zamira le lanzó una mirada llena de ira.
—¿Tú te crees que mi abuelo vendrá a buscarme en persona? Vaya, yo agradecería a todos los santos si mi padre y yo pudiésemos recuperar nuestros trabajos.
—No te preocupes. Tengo total convicción en lo que te dije. ¡Gerardo les pedirá que regresen!
Leandro se dio la vuelta, salió al balcón y marcó un número en su móvil.
»Dragón Azul, pon a Nápoles al teléfono…
Cuando Gerardo despertó la mañana siguiente, recibió una llamada del Ministerio de la Construcción para invitar a la Familia López a asistir al proceso de licitación del proyecto de desarrollo del Parque Ecológico. Esta fue una sorpresa agradable, pues Gerardo no esperaba tener la oportunidad de participar en este proceso debido a los requisitos del mismo. El hombre se apresuró y reunió a la familia en la sala de estar.
—Antes escuché que había alguien que se estaba preparando para participar en el proceso de licitación, pero no recuerdo quién era.
—¡Papá, era Zamira! —respondió Enrique de prisa—. Ella había elaborado una propuesta detallada. Pero, ¿cómo podrá participar en este evento dadas las habilidades de su familia?
Gerardo se masajeó la barbilla.
—Entonces, ¿dices que Zamira tiene una propuesta detallada y que podemos participar en el proceso de licitación con esa propuesta?
—¡Sí! ¡Zamira sigue siendo competente!
—¿Dónde está Sergio? ¡Corre a la casa de Aarón y trae esa propuesta! ¿Quién iba a decir que esa banda de incapaces todavía serviría para algo?
…
Mientras tanto, Leandro, Zamira y sus padres estaban desayunando en silencio, cuando escucharon que llamaban a la puerta. Todos se sorprendieron al ver que era Sergio, quien le echó un vistazo a la casa.
—Chicos, ¿ustedes están viviendo en este basurero? ¿Esto alcanza aunque sea los ciento cincuenta metros cuadrados?
—¿Qué haces aquí? —preguntó Aarón, a quien era obvio que no le agradaba que Sergio hubiese interrumpido su pacífica mañana.
—Vine en busca de la propuesta para el proyecto de desarrollo del Parque Ecológico. El Ministerio de la Construcción nos ha informado que participaremos en el proceso de licitación —dijo Sergio.
—¡De ninguna manera! —se negó Zamira de forma rotunda—. Yo elaboré esta propuesta sola. Si ustedes quieren participar, elaboren una ustedes mismos. Esto no tiene nada que ver conmigo. Además, a mí me despidieron.
Sergio la miró encolerizado.
—Está bien. ¡Dejaré que el abuelo hable contigo! —dijo él y le entregó su móvil a Zamira.
—¿Qué pasa contigo, Zamira? ¿No vas a entregarnos la propuesta? ¿No reconoces mi autoridad como tu abuelo? —La voz furiosa de Gerardo resonó en cuanto Zamira respondió la llamada.
—Me despediste, abuelo. —Los ojos de Zamira estaban llenos de lágrimas—. ¿Para qué necesitas mi propuesta? ¡No voy a ceder!
—¡Jum! ¿Qué quieres decir? Si no nos entregas la propuesta, ¡la Familia López romperá todos sus lazos con tu gente hoy mismo!
Las lágrimas surcaron el rostro de Zamira cuando escuchó esto. Leandro se puso de pie, registró por todos lados en busca de la propuesta y se la entregó a Sergio antes de ir a consolar a Zamira.
—Así está mejor.
Sergio miró a su familia con una expresión de burla en su rostro. Mientras tanto, los rostros de Zamira y sus padres solo reflejaban su decepción al ver cómo Leandro le entregaba la propuesta a Sergio. «Eso fue muy cobarde de su parte. ¿Para qué quiero yo un esposo así?».
—¿Por qué le diste la propuesta? —preguntó Zamira.
—Escúchame bien. Puedes estar segura de que Gerardo te pedirá que vuelvas —afirmó Leandro—. Hoy debemos ir a un lugar.
—¿Cómo puedo confiar en ti de esta forma? —Zamira alzó la voz.
—¡Ustedes dos van a divorciarse si papá no te llama! —añadió Aarón de muy mal humor.
—¡Trato hecho! —asintió Leandro.
Por otro lado, ya con la propuesta en sus manos, Samuel y Melany tenían la importante tarea de tomar las riendas de la empresa de Zamira, Prados Imperiales.
Fueron directo al edificio donde radicaban los responsables del proyecto del Parque Ecológico y al llegar se encontraron con una larga línea de personas. La respiración de Samuel se aceleró mientras pensaba en que todas las propiedades de la Familia López serían suyas en el futuro.
—Señor Jiménez, ¿por qué tiene que ser a ella? —preguntó Melany con timidez—. Yo soy Melany López, la hermana de Zamira. He estudiado en el extranjero y soy mucho más capaz que mi hermana en muchos aspectos. ¡Yo también puedo ocuparme de este proyecto, Señor Jiménez!
Samuel asintió con la cabeza.
—¡Sí, Melany está calificada, mucho más que Zamira!
—¡Váyanse, ahora! —Orlando arrojó al suelo la propuesta que había sobre la mesa—. Entiendan esto: ¡si la Señorita Zamira no viene en persona mañana a las ocho en punto, la Familia López no tendrá los requisitos necesarios para optar por este proyecto y tacharé el nombre de esta familia de la lista! ¡Salgan ya, antes de que llame a los guardias de seguridad!
El asistente de Orlando los empujó fuera de la habitación. En ese momento, fue que ellos se dieron cuenta de que el motivo por el cual le habían asignado el proyecto a la Familia López no era porque fuera un grupo poderoso, sino por Zamira.
—¿Qué diablos hizo esa maldita p*rra de Zamira para que le dieran un proyecto tan grande? ―Melany estaba sorprendida.
—¡Con razón el Ministerio de la Construcción llamó para invitar a la Familia López a formar parte del proceso de licitación! Todo fue por Zamira —dijo Samuel y afirmó de esta forma algo que ya era obvio.
En cuanto regresaron a la residencia de los López, Gerardo preguntó:
—Samuel, ¿cómo les fue? ¿Pasamos la selección preliminar?
El rostro de Samuel se transformó en una expresión triste y sombría.
—¡Melany, cuéntale al abuelo!
Melany le contó todo lo que había ocurrido.
—¿Qué? ¿Tiene que ser Zamira? —Gerardo estaba anonadado.
—¡Sí, el Señor Jiménez nos ha dado a entender que el proyecto se lo darán a Prados Imperiales, pero solo si es con Zamira! Estuvimos a punto de faltarles al respeto —dijo Samuel.
Luego de esto, Gerardo envió a Enrique y a Fabián al ministerio para intentar negociar, pero ambos regresaron de la misma forma, sin obtener ningún resultado. Después de pensarlo bien, Gerardo por fin dijo:
—¡Entonces vayan en busca de Zamira! ¡Que vuelva a ocupar su lugar en el grupo y que lo primero que haga sea asegurar este proyecto!
—Por favor, abuelo, apresúrese —lo instó Samuel—. Si Zamira no se presenta frente a ellos mañana a las ocho, le entregarán el proyecto a alguien más.
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