Los días siguientes a la muerte de Zahra, fueron dolorosos y difíciles, pero era necesario seguir con sus vidas. Es por ello que dos meses después Isabella, había terminado de dar forma y argumentar su proyecto de inclusión a los bárbaros.
-¡Querido pueblo de Norusakistan!- exclamó El Jeque- el día de hoy les hemos reunido con la finalidad de anunciarles un nuevo proyecto en el que ha estado trabajando nuestra Reina. Por años hemos mantenido costumbres y reglas que según el contexto histórico que estamos viviendo, necesitan sufrir cambios y transformaciones, no digo que será fácil, ni que lo lograremos de la noche a la mañana, pero es necesario que podamos fortalecernos como nación y eso solo lo lograremos con la unidad. Es por ello que el día de hoy, le permitiré a nuestra Soberana, que sea precisamente ella quién nos explique- le hace una señal, para que ella se acerque hasta donde él está.
Isabella se ve radiante, luce un hermoso caftán morado con tonalidades violetas y detalles dorados. Se ve increíblemente hermosa, con su larga cabellera rubia, con esas tonalidades rojizas y naranjas tan peculiares, que la distinguen de todas las rubias que Zabdiel, había conocido, es como si llevase el sol de Norusakistan sobre su cabeza. A pesar de los golpes que Zahra, le había propinado, todo había salido muy bien y el embarazo seguía su curso, aunque aún no se notara.
-Mi querido pueblo- comenzó ella con voz dulce- desde que me convertí en su Reina, cada día trabajo en la manera de hacer vuestras vidas mejores, no hay pensamiento mío el que no esté su bienestar. Así como en este tiempo hemos disfrutado de nuevas escuelas, museos, talleres de arte y muchas otras cosas más, el día de hoy lo que traigo ante ustedes, más que una orden o un estatuto es una propuesta de transformación social, de inclusión a nuestros hermanos, les propongo transformar desde nuestras raíces- el pueblo estaba en silencio y completamente atentos a lo que su reina les decía- desde hace siglos y siglos nos hemos olvidado de nuestros hermanos los bárbaros- los presentes mostraron gesto de sorpresa- sí, son nuestros hermanos, Norusakistaníes, hermanos que se ven obligados a vivir lejos, en cuevas, que se ven obligados a robar para poder vestir y comer, que deben robar mujeres, nuestras mujeres para poder procrear. ¿cuántos de ustedes extrañan a sus hijas, hermanas, amigas, primas?, nosotros mismos nos hemos condenado a vivir sin ellas, a no darles la oportunidad de caminar libremente entre nosotros. El día de hoy declaramos aceptación para los nuestros, declaramos hermandad, solidaridad y comprensión. Declaramos que las hijas que quieran pueden volver de visitas o de estadía a sus casas y sus familias están en la obligación moral de recibirles. Declaramos igualdad de condiciones de trabajo para los mal llamados bárbaros, declaramos su derecho al trabajo, a la alimentación, a tener qué vestir. Declaramos que desde hoy, cualquier hombre o mujer que habita en nuestro desierto puede venir a Palacio a exponer sus necesidades y carencias, además de que le garantizamos un respuesta eficaz a sus problemas, si tienen deseos de trabajar, nosotros le otorgaremos empleos dignos, viviendas dignas para que habiten con sus familia. Nosotros les ofrecemos igualdad, comprensión y cariño- abrió ambas manos- vengan hermanos Norusakistanes, éste también es su país.
Zabdiel, la miró completamente feliz y orgulloso. No se había equivocado, ella era una excelente Soberana, era cariñosa, comprensiva, justa, valiente y amorosa, dispuesta a todo por su pueblo. Él estaba seguro de que no sería una tarea fácil, al pueblo le costaría a sumirlo, aún a los bárbaros, seguramente desconfiarían de que les abrieran las puertas de la igualdad así como así, pero estaba seguro que poco a poco avanzarían al sueño de conseguir una Norusakistan más justa e igualitaria.
Los meses habían transcurrido con normalidad, tanto la familia Real, como todo el pueblo estaba feliz, y ahora casi siete meses después, ¡Norusakistan estaba de fiesta!, ¡llevan tres días de fiesta!
Sí, de fiesta. Después de largos meses de espera, al fin ha nacido el que será el próximo Jeque de Norusakistan. El pequeño Nael Jamal Mubarack Stone. Nael, significa triunfo y es precisamente así como lo sintieron un triunfo a su amor, Además de un verdadero triunfo de que en el primer intento Alá, los hubiese bendecido con un hijo varón, el futuro Jeque, además lo habían combinado con Jamal, que significaba guapo, y no se habían equivocado ya que Nael, era el bebé más hermoso que se hubiese visto jamás, con su bella piel blanca y delicada y sus hermosos ojos oscuros.
Isabella, está radiante en su nueva etapa de madre.
Zabdiel no pudiese estar más dichoso. Hayffa, es la abuela más atenta y cariñosa que se haya visto jamás y Zahir, bueno él es un tío feliz pero sin dejar de ser él.
-Es tan guapo, sin duda alguna es un Mubarack- dijo contemplando al hermoso bebé que su cuñada sostenía en brazos- le enseñaré cómo conquistar muchas chicas- asegura el tío orgulloso.
-Nada de eso- Zabdiel, lo mira reprobándolo- no convertirás a mi hijo en una copia tuya. Él será un Jeque respetable.
-¡Eso es una ofensa, querido hermano!- le dijo en tono dramático.
-Mi amor- intervino Isabella- ¿ está todo listo para recibir a mis invitados?- el corazón de Zahir, se aceleró.
-Si mi señora, tal como usted lo ha pedido.
-¿A quién esperamos?- preguntó Zahir, intentando aparentar indiferencia.
-A mis amigos, vendrán Su, Vetty y Matt, es obvio que tienen que venir a conocer a Nael, no podrían vivir sin conocer a su sobrino- El Príncipe, pensó de inmediato en aquellos ojos grises que le habían arrebatado el sueño, y en aquella boca dulce, más dulce que cualquiera que haya probado antes- llegarán mañana por la tarde, será maravilloso tenerlos en Palacio nuevamente.
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