(COMPLETO) EL CALOR DEL ORIENTE romance Capítulo 40

Despertó algunas horas después, con la sensación de que alguien acariciaba su cuello.

-Mmmmm- dijo al percibir la fragancia de su esposo- has tardado, mi amor-se giró hasta verlo a esos hermosos ojos que le arrancaban la razón.

-Todo se complicó, y luego tuve que atender algunas cosas que no podían esperar.

-Intenté esperarte despierta, pero me dormí.

-No se preocupe, Majestad- le sonrió y le dio un tierno beso en los labios- no hay nada mejor que llegar a Palacio y encontrarte rendida en nuestras habitaciones, aún no pierdo la pasión de verte dormir.

-Le acusaré de acoso, Excelencia.

-Acúseme de lo que quiera mi Reina, pero no me aleje nunca de su lado.

-Jamás podría- le respondió- eres mi otra mitad, mi complemento. Estoy incompleta si no estás a mi lado.

-Qué curioso Excelencia, a mí me ocurre exactamente lo mismo- la abrazó con fuerza, pegándola a él.

-Mi señor- inició ella, rozándole los labios- le tengo una petición.

-¡Lo que quiera, Majestad!- le responde de inmediato- hasta la mitad de mi Reino te pertenece- le rozó los labios- no podría negarte nada. ¡Nada!- declara- además, ¡eres la Reina!, ¿quién en su sano juicio te negaría algo?- le preguntó sonriendo.

-Tú- le dijo sonriendo- eres el único por encima de mí.

-No Majestad, está usted equivocada, esos hermosos ojos jades me han hechizado y mi corazón ya no me pertenece, hasta la razón me ha abandonado. ¡No podría negarte nada!. . . .¿Qué es lo que desea mi Reina?

-Quiero implementar una nueva norma- declara y Zabdiel, la mira fijamente.

-¿Sobre qué, amada mía?

-Aún no he pensado cómo darle forma a la idea principal, pero quisiera poder darle más oportunidad a los bárbaros.

-¿De qué hablas mi amor?, ¿oportunidad a esa gente que te secuestró?

-Esa también en nuestra gente mi señor, también son Norusakistanes, si tuviesen más oportunidad, no se verían en la necesidad de robar, de entrar a la fuerza a las casas y llevarse a las mujeres, de robar alimentos, túnicas, le ayudaríamos a ellos y nos ayudaríamos a tener una país más tranquilo- él la mira fijamente- recuerda que estuve en su guarida, tienen muchas necesidades Zabdiel- le acaricia la mejilla- padecen por alimentos, por vestido, por frío, las chicas que roban son alejadas de su familias, repudiadas por la sociedad.

-No es fácil lo que usted propone, Majestad.

-Lo sé, mi señor, estoy luchando contra siglos de culturas, sé que no será un proceso sencillo, pero estoy segura de que valdrá la pena. ¿Recuerdas a Azhohary?, esa chica me ayudó a escapar, si no fuese por ella, quizás aún estuviese allá en las cuevas. Ellas sufren mi amor y lo más triste es que se acostumbran al sufrimiento. Eso es lo que más me duele, es inhumano, nadie tendría que vivir así. Solo piénsalo mi amor.

-Eres una Soberana demasiado buena, mi amor.

-Intento serlo. Le daremos oportunidades de que se ganen el pan, como cualquier otro ciudadano, de que puedan venir al centro de la nación sin ser repudiados o menoscabados, ordenaremos a las familias que reciban a sus hijas, al menos que tengan comunicación con ellas, estoy segura de que las extrañan, podrán conocer sus nietos, y ellos no robarán más mujeres, podrán enamorarse y escoger libremente, ganarse el corazón de la chica y ser correspondidos. Quizás podamos darle la opción de que vivan en la ciudad y no en el desierto.

-No sería nada fácil que dejen sus costumbres.

-Lo sé mi Rey, pero vale la pena, te lo aseguro. Cuando vean que hay deseo y voluntad de nuestra parte por incluirlos y tomarlos en cuenta, todo mejorará.

-Podríamos también lograr que los que apoyan a Esquizbel, se unan a nosotros.

-Así es – le dice con una sonrisa.

-¿Cómo logras ser tan perfecta?- le pregunta con una sonrisa.

-Pensando en ti- le responde- eso me ayuda- sonríe de medio lado.

-Es agradable saber que soy un incentivo. Proyecto aprobado Mi Señora, vemos como darle forma a esto para ejecutarlo lo más pronto posible. Los bárbaros te amarán- Isabella, estaba feliz, al fin podría ayudar a Azhohary, esa hermosa chica que le había tendido la mano, ahora tenía la oportunidad de devolverle el favor.- Dígame algo Excelencia, ¿tiene usted mucho sueño?- preguntó mientras besaba su cuello y dejaba pequeños mordiscos.

-Milagrosamente se acaba de esfumar todo el sueño que había en mí- responde entre gemidos.

¡Su Excelencia!, odiaba cada vez que alguien se refería a ella en esos términos; Su Excelencia, Su Majestad, La Reina, La Soberana. . . ¡Maldita mujerzuela, se le ha metido por los ojos a todo el mundo, Alá bendito, no entendía lo que todo mundo veía en ella!

-¿Y se puede saber qué le ocurre a su Majestad?- pregunta en tono irónico.

-Nada malo, gracias a Alá- me mira censurándome- solo ha querido quedarse trabajando en unos pendientes.

-¡Qué bien!- le dedico una sonrisa enorme- necesito conversar con nuestra Soberana.

Me retiro bajo la curiosa mirada de Naiara.

¡¿Quién se cree esa mujercita para mirarme así?!

¿Es que acaso no sabe quién soy?

Camino furiosa hasta las habitaciones reales. Repasando mi plan con cuidado, buscando que sea maravillosamente perfecto. Hoy Norusakistan, perderá a su tan venerada Reina.

Entró a las habitaciones sin llamar y la encuentro sentada sobre un lujoso escritorio, enfocada en unos papeles. ¿Qué se supone que trama Su Majestad?, piensa en tono burlón.

-Isabella. . . – le digo, ella se sobresalta, se gira y me mira con sus ojos verdes empequeñecidos. Allí está ella, sentada como toda una Reina, con ese hermoso Caftán verde que resalta la profundidad de sus ojos.

-Zahra, ¿por qué entraste sin llamar?- pregunta elevando su mentón con orgullo- ¿sucede algo?

-Necesitamos hablar.

-¿Hablar?- pregunta poniéndose en pie y camina hasta quedar cerca de mí- ¿ sobre qué?

-Sobre Zabdiel, sobre Norusakistan y sobre cómo me quitaste todo lo que me pertenecía- le digo comenzando a sentir la furia correr por mis venas.

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