-¿Almorzar?
Pregunto alzando mis cejas, y él asiente.
-¿Con usted y su padre?
-Sí, eso dije.
Un atisbo de sonrisa aparece en sus labios y la piel de mi nuca se eriza.
-Eh, yo...
Le señalo los folders y alzo una ceja.
-No sé si sea...correcto, señor. Además, aún tengo bastante que memorizar.
-¿Señor? Si acaso soy unos cuantos años mayor que tú—me señala con su dedo indice—, y en cuanto a lo de memorizar, no es necesario. Solo necesitas comprender el contrato.
Me mira divertido, se encoge de hombros y vuelve a esconder sus manos en los bolsillos.
-En fin, no creo que a mi padre le agrade que usted le haya contradecido en su primer día, ya que él me envió exclusivamente por usted.
Cierra los ojos, restándole importancia al asunto.
-¡N-no es eso! Es solo que...
-Oh vamos, ¿me obligará a secuestrarla o qué?
Él se ríe, pero mis ojos se abren casi por completo.
-Tranquila, es una broma. Además, serán solo un par de horas.
Él tenía razón, era mi primer día y aunque no lo fuera no podía decirle que "no" a mis jefes.
-E-esta bien.
-Perfecto.
Tomo mi bolso junto con mi teléfono y me pongo a su lado.
-Estoy lista.
Él hace un ademán con su mano para que yo salga primero, lo hice y él va después de mi.
Tomamos juntos el ascensor y bajamos hasta el estacionamiento subterráneo. Oigo a lo lejos la alarma de un auto desactivarse y lo miro interrogante.
-¿No esperaremos al señor Lowel?
-Él ya está en el restaurante, Alyssa.
-Oh...¿bien?.
Caminamos hasta el que deduje era su auto y el se adelantó a abrir la puerta del copiloto para mi.
-Gracias.
Me sonríe pero sin decir nada, da la vuelta al auto y toma su lugar como piloto, enciende el motor y pone en marcha el precioso Audi V10 en color negro hacia nuestro destino, que para mi, aún es desconocido.
-Y dígame, señorita McCann.
-Alyssa.
Digo, admirando el interior del auto y él ríe.
-De acuerdo, Alyssa ¿es su primera vez en un trabajo como este?
Mi nombre sale suavemente de sus labios, y me concentro en mi respuesta.
-De asistencia, no. De representar a mi jefe en tantos asuntos importantes y fundamentales para el futuro de la empresa, definitivamente es mi primera vez.
El ríe bajo.
-Ya veo. ¿Puedo saber su edad?
Dice sin dejar de mirar el camino.
-No quiero ser imprudente, pero es que luce muy joven.
-Ehm, tengo veintitrés, señor.
-Puedes llamarme Nicholas o Nick, si lo prefieres.
-No me parece...
-Déjame adivinar, ¿no es correcto?
Me interrumpe y luego ríe.
-No te tomes todo tan en serio, quiero decir, ahora no estamos en horario laboral, en este tiempo podemos ser amigos y no empleador y empleada.
Suelto una risa nerviosa.
-¿Como podría decir que no, señor?
-¡Así nada más! No. Es simple, ¿no lo cree?
El hombre ríe y noto un atisbo de sonrisa en el rostro de Nick.
-Supongo...que tiene razón señor. Pero gracias por invitarme.
-Es un placer. Me gusta conocer a mi personal y ¿que mejor manera de compartir una comida?
Dice lentamente y vuelve a sonreír. Pocos momentos después, llega el mesero con tres menús y nos los entrega. Mis ojos casi se salen de sus cuencas al ver los precios de los platillos.
-Pide lo que quieras, Alyssa. Va por mi cuenta.
Dice el señor Lowel al ver mi mirada desorbitada fija en el menú.
-Ahm, gracias señor.
Digo con más timidez de la que hubiese querido demostrar y termino pidiendo un filete acompañado por pasta, y mis acompañantes piden platillos cuyos nombres son de difícil pronunciación para mi.
El camarero se va con nuestro pedido y el señor Lowel fija su mirada verde sobre mi.
-Dime, Alyssa, ¿vives con tus padres?
Su pregunta me toma por sorpresa, pero me dispongo a ser honesta.
-Ahm, no señor. Tengo ya unos pocos años por mi cuenta.
Ambos me miran sorprendidos, le mantengo la mirada a mi jefe.
-Vaya, tus padres deben estar orgullosos de haber criado a una chica tan valiente e independiente.
-Gracias señor, y bueno, efectivamente mi madre no para de demostrarme cuán orgullosa está de mi. Todo lo que soy es gracias a ella.
-Disculpa si me entrometo pero, ¿y tu padre?
-Bueno, él se fue hace mucho. Solo somos mi madre, mi hermano y yo. No necesitamos más.
-Es una lástima oírlo, pero estoy seguro de que él se lo pierde. Ver crecer a una joven tan maravillosa como tú puede ser considerado un regalo.
Le dedico una sonrisa apenada, y bajo la mirada al ornamento de la mesa. No sabía sí el señor Lowel tenía razón en eso de ser un regalo, pero de una cosa estaba segura: yo no necesitaba a ese hombre, donde sea que esté, ahí es donde pertenece.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: (COMPLETO) My F*ucking Hot Boss