Dí que eres mía romance Capítulo 3

Tres días había pasado desde esa primera noche en el hotel y Mila no podía estar más contenta. Había disfrutado del deseo y de la excitación como nunca antes, se había dormido y se había levantado con una sonrisa en el rostro para disfrutar del desayuno en la cama. Luego de aquello había entrado en una especie de rutina en la que salía de su habitación para buscar todas las posibilidades de aventura disponibles, había conocido cada rincón del hotel en cada salida y se había maravillado de todas las cosas que tenía para ofrecer. Nunca en su vida se había sentido tan mimada como en esos tres días que llevaba allí.

Era por esa razón que la noche anterior había pasado por el lobby en busca de los tours que hacían todos los días y se había encontrado con un paseo por las playas cercanas, ella se había inscrito de inmediato. Sí, tenía un costo adicional, pero no era tan elevado como habría pensado por lo que se lo permitió. Se vistió con un conjunto típico playero usando un vestido ligero, su traje de baño debajo de la ropa y con un bolso donde llevaba toallas y bloqueador además de su celular, salió de la habitación con una sonrisa en dirección al comedor.-

El comedor era distinto al restaurante, porque donde el primero estaba abierto en horario diurno el otro no lo estaba. Entró en el lugar y se dirigió a una de las mesas, uno de los meseros amables le llevó lo que ella había pedido del menú junto a un café que no podía faltar. Saludó a algunas de las parejas que había conocido, para luego disfrutar de la comida. Unas horas más tarde el grupo de personas que se había inscrito en el tour iba en un yate bastante lujoso, todo el mundo bebía de una copa mientras observaban el mar.

Llegaron a la primera parada y disfrutaron de las olas y el lugar, ella no podía dejar de sonreír. Allí fueron servidos unos aperitivos para todos. En la segunda playa que visitaron la imagen la dejó asombrada, ya que las cuevas marinas y los arrecifes se veían claramente a través del agua cristalina. Era el lugar que más le había gustado hasta el momento, miraba todo con tanta sorpresa como la sentía.

-No puedo creer que haya dejado el bloqueador- se escuchó una voz molesta.

Una mujer morena revolvía las cosas en su bolso con fuerza.

-¿Todo bien?- Intentó ella.

-No demasiado- negó la mujer volteándose al escucharla -juré que había guardado el bloqueador esta mañana, pero es obvio que no lo traje. No lo necesité antes porque el sol no estaba tan fuerte, pero ya es mediodía y no puedo ignorarlo.

-Puedes usar mi bloqueador- ofreció ella buscándolo en su bolso -no tengo problema, a todos se nos puede olvidar algo.

-Muchas gracias- aceptó la mujer colocándose el bloqueador en la piel que comenzaba a enrojecerse -pensé que no podría salir de las medias sombras de los árboles.

-Pues ya ves que no es el caso- comentó ella sonriendo -soy Mila.

-Evangelina- se presentó la mujer devolviendo la sonrisa -es un placer.

Luego de ese gesto Evangelina se quedó a su lado el resto del tour, hablaron de sus trabajos, de sus vidas y lo que las había llevado a aquel hotel. Al parecer no era la única mujer que salía de vacaciones sola, saber ese hecho la hizo sentir mejor por alguna razón que no comprendía del todo. Caminaron por la playa, disfrutaron de la comida que les ofrecían en cada momento y al final de la tarde cuando regresaban por fin, se despidieron con cariño.

-Tal vez podamos encontrarnos en otro momento- le dijo la mujer con una sonrisa.

Terminaban de bajarse del yate.

-Sí, eso me gustaría- aceptó ella con entusiasmo.

Se despidieron entonces y ella regresó a su habitación. Se bañó disfrutando del tiempo con el agua tibia ya que su piel estaba algo bronceada para luego vestirse usando otro de sus vestidos veraniegos. Este era de un color oscuro, aunque las flores se marcaban con toques de blanco y era más largo que los otros porque dejaba su espalda al descubierto. Se peinó dejándose el pelo húmedo suelto antes de bajar al restaurante. Cenó algo delicioso sin compañía y al terminar salió del lugar con una sonrisa.

Caminó lentamente sintiendo la brisa y la energía alegre del lugar, observó cómo las personas reían dirigiéndose a diferentes lugares del hotel. Esa noche no se sentía demasiado animada, el tour la había dejado bastante cansada por lo que en lugar de ir al teatro o a la disco caminó hasta el bar de la playa y se sentó en uno de los taburetes. Pidió un coctel, ya que en la cena había disfrutado del vino, para luego recorrer la mirada por la orilla de la playa. Solo las olas se escuchaban golpeando con fuerza, la marea estaba alta.

-Tal vez podría pedirte algo que te guste- le dijo una voz a su lado -si me lo permites.

Ella se volteó algo sorprendida. A su lado se encontraba sentado un hombre apuesto de pelo castaño que lucía algo mayor, una sonrisa seductora acompañaba sus palabras.

-Acabo de pedir algo- comentó ella mostrando su vaso.

-Entonces tal vez cuando termines ese- insistió él y ella sonrió.

-Soy Mila- se presentó ella ofreciendo su mano.

-Sergio Millares- respondió él antes de tomar su mano y besar el dorso.

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