Conocer a Sergio fue la cosa más sencilla del mundo. Después de esa tarde de sexo increíble a la intemperie, no habían dejado de hablar. Conversaban del mundo, de sus deseos o metas, sin detenerse. Pasar el tiempo juntos era divertido y relajante, Sergio era una persona que sabía disfrutar de los momentos libres, eso era notorio. Ellos habían regresado al hotel cuando la puesta de sol pasaba y la oscuridad comenzaba a llenar el cielo, al subir por fin a su habitación, su cartera junto a sus cosas la esperaban en la sala. Con una sonrisa tomó su celular en busca de notificaciones o llamadas de sus padres solo para sorprenderse con una pequeña nota pegada en su carcaza junto al número personal de Sergio.
Con una risa suave ella lo guardó y esperó a estar recostada en su cama antes de escribirle un mensaje.
Mila: Al menos en esto me dejaste opción.
Sergio: No sonabas muy contenta con mi investigación esta tarde, así que decidí hacer algo distinto.
Mila: Buenas elecciones.
Sergio: Y funcionó porque ahora tengo tu número, preciosa.
Mila: Sácale provecho.
Sergio: Eso es lo que pretendo.
Mila: ¿Ah, ¿sí? ¿Y cómo harás eso?
Sergio: ¿Qué te parecer ir a cenar mañana?
Mila: Encantada.
Con una sonrisa, dejó su celular en la mesita de noche antes de apagar las luces de su habitación, necesitaba descansar si la cita de esa tarde le daba indicios de cómo sería salir junto a Sergio.
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Fue a la mañana siguiente que se levantó con una sonrisa en el rostro, pidió el desayuno a la habitación como lo hacía siempre y disfrutó del ambiente alegre mientras abría las puertas del balcón. La comida estaba deliciosa. Sin saber cómo quemar tiempo hasta su cita nocturna decidió hacer una reservación en el spa del hotel. Unos minutos más tarde se dirigía a la recepción dispuesta a que le hicieran masajes para olvidar sus nervios.
Fue atendida por una mujer amable que le hizo un masaje de aceites que casi la hizo quedarse dormida en la camilla, ella agradeció cuando todo terminó y subió de regreso a su habitación casi sin notar a dónde se dirigía. Abrió la puerta de la habitación con premura antes de casi correr hacia la cama, con un suspiro decidió que tomaría una pequeña siesta. Solo la despertó su celular, el insistente sonido no dejaba de molestar.
Tomó el aparato con una queja y casi gritó cuando notó la hora. Era Sergio quien la llamaba.
Sergio: Estoy casi listo, preciosa.
Sergio: ¿Te busco en tu habitación o prefieres que nos encontremos en el lobby?
Sergio: ¿Te arrepentiste de nuestra cita?
Cada mensaje había llegado con varios minutos de diferencia y con cada uno ella se sintió peor.
"-Me quedé dormida, lo siento- fue lo primero que dijo cuando él respondió".
Una pequeña risa se escuchó del otro lado.
"-Comenzaba a creer que querías evitarme, preciosa- le dijo él con algo de alivio en su voz".
"-Para nada- negó ella de inmediato -¿me das unos minutos para arreglarme?".
"-Por supuesto".
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