Al día siguiente, Estefanía ya estaba tempranito esperando a Joaquín afuera de Resplandor del Río.
Joaquín no salió, pero vio a Isabel saliendo con una maleta.
El guardaespaldas metió la maleta de Isabel en la cajuela, y justo cuando ella iba a subirse al carro, se dio la vuelta y vio el auto de Estefanía estacionado cerca.
Las dos se miraron a través del vidrio de la ventana por un momento, y luego Isabel se giró y caminó hacia ella.
"¿Hoy tú vas a acompañar a Joaquín a la competencia deportiva?" Isabel tocó levemente la ventana de Estefanía y preguntó con frialdad.
"Sí". Estefanía respondió secamente.
La expresión de Isabel cambió a un desdén evidente: "Lo que no es tuyo, aunque te esfuerces en arrebatárselo a alguien, sigue sin ser tuyo".
Estefanía no quería discutir con Isabel. No tenía intención de quitarle a su hijo.
Hoy estaba allí para ayudar a Isabel y a Carlos a cumplir con su responsabilidad como padres. Si no fuera porque pensaba en lo inocente y lastimoso que era el niño, no se habría entrometido.
Se quedó callada unos segundos y luego preguntó en voz baja: "Como madre, ¿nunca has pensado que si hoy nadie lo acompaña, él tendría que sentarse a un lado a mirar cómo los demás niños juegan con sus padres?"
Isabel soltó una risa fría y dijo entre dientes: "¡Las zorras que se meten en la vida de otros siempre tienen tantas excusas para justificarse!"
"Entonces ve tú misma, no tengo por qué aguantar esto". Estefanía respiró hondo y miró a Isabel fijamente mientras respondía con seriedad.
El médico ya le había advertido que no hiciera ejercicio intenso por unos diez días.
"Lo siento, pero tengo que acompañar a Carlos en un viaje de negocios, no tengo tiempo para estar aquí perdiendo el tiempo contigo". Isabel hizo una pausa y luego volvió a su auto.
Después de eso, Isabel se fue.
Estefanía se preguntaba qué karma estaba pagando para que los verdaderos padres del niño no se hicieran cargo y ella terminara siendo insultada por ofrecer su ayuda.
Miró a Isabel alejarse, mientras fruncía el ceño.
"¿Qué dijo tu maestra?" Estefanía no estaba de acuerdo y le preguntó de nuevo.
"La maestra dijo que todos los niños deben ir". Joaquín inclinó la cabeza y respondió seriamente.
¿Acaso el jardín de infancia de la elite era tan inhumano?
El ceño de Estefanía se frunció aún más.
"Señora, ¡vamos a llegar tarde!" Joaquín la apuró al ver que no se movía.
Estefanía tampoco sabía qué estaba pasando, solo preguntando podría entenderlo.
Si la maestra decía que Joaquín no podía participar, ella tampoco lo permitiría.
Llegaron al jardín de infancia y la maestra, al ver a Estefanía con Joaquín, se sorprendió un poco.
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