Dilema entre el Odio y el Amor romance Capítulo 148

"¿Así que Estefanía lo dejó tirado y se fue?". Carlos frunció aún más el ceño y volteó a ver a Natalia.

¿Cómo podía ser tan insensible para dejar a su hijo con fiebre y no hacerse cargo?

"Ayer la señorita cuidó todo el día al señor Joaquín, por la noche se quedó con él y durmió en la habitación del señor Joaquín", se apresuró Natalia a defender a Estefanía.

Carlos empujó la puerta para entrar, tocó con el dorso de la mano de Joaquín para sentir la temperatura y estaba un poco caliente.

Miró la carita un tanto roja de Joaquín en la cama, respiró hondo y se calmó.

Estefanía realmente era de corazón duro.

"Señor Carlos...".

"¡Que venga Benicio!". Carlos no dejó que Natalia dijera nada más y habló con voz firme.

Natalia se sobresaltó, no se atrevió a decir nada más y salió a llamar a Benicio.

Cuando Benicio llegó, Natalia y otras dos empleadas se quedaron fuera de la habitación con la cabeza baja y no se atrevieron a hacer ruido. La tensión en la casa era palpable.

Benicio no entendía qué le había dado al señor Carlos esta vez, entró y vio a Carlos sentado en el sofá junto a la cama pequeña con el rostro serio mirando a Joaquín que dormía.

Benicio se acercó, tocó la frente de Joaquín y notó que la fiebre pareció volver a subir, así que de inmediato sacó la medicina del botiquín.

"Siempre has sabido que Joaquín es débil, ¿por qué te enojas tanto con ellos?", dijo mientras preparaba la inyección con tono de preocupación.

Carlos no dijo nada, Benicio pensó un momento y cambió de tema: "Oye, hay algo que tengo que contarte. Andrés necesita gente, ha estado en contacto conmigo estos últimos meses y espera que pueda ir a ayudarle".

"Ser médico militar no es fácil, calculo que si me voy, no podré volver en medio año o un año. Mi sobrino no tiene otro talento que complicarle la vida a su tío".

"Si decido irme, te daré el contacto de un amigo mío, es un tipo confiable, siempre trabajó como médico del equipo, yo...".

"Fue un accidente repentino, desde el problema hasta el choque, pasaron dos minutos y veinticinco segundos, no hay pistas", respondió Carlos en voz baja.

Benicio no supo qué decir, por primera vez se quedó sin palabras.

"Carlos, mientras no encuentren a la persona, siempre hay una posibilidad de que ocurra un milagro". Benicio se forzó a acercarse y le dio unas palmaditas en el hombro a Carlos.

No servía de nada decir más, el problema de Carlos sólo se resolvería si él mismo lo enfrentaba.

"Si está vivo, habría vuelta", dijo Carlos con una sonrisa.

Pero habían pasado casi cuatro años y Ulises nunca apareció.

"Seguiré diciendo lo mismo, aunque esté muerto, tengo que ver su cadáver con mis propios ojos para creerlo", respondió Benicio frunciendo el ceño.

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