Carlos se quedó callado otra vez, miró a esa gente peleándose a muerte por aquel Paloma Rojo Diamante, que era la figura publicitaria de la exposición de diamantes de esa vez. La mayoría había venido solamente por él.
Los nobles se habían matado entre sí para conseguir esa piedra desde el siglo XVI, tenerlo significaba poseer el poder supremo y su color era testigo de cuánta sangre había absorbido.
Los hombres ambiciosos por lo general se morían de ganas por obtenerlo.
Estefanía vio que la puja ya había subido a 100 millones, se volteó hacia Carlos y le preguntó en voz baja: "¿No lo quieres?".
"Claro". Carlos asintió y respondió con indiferencia: "Pero, la capacidad de una persona no se puede medir con una piedra".
Ellos querían ese diamante sólo por orgullo.
Ese dinero lo podría usar para abrirse camino en nuevos territorios.
La puja por el Paloma Rojo Diamante terminó con un suspiro colectivo, se vendió por 180 millones.
Estefanía hizo cuentas con los dedos y pensó en todas las cosas que podría hacer con 180 millones, algunas empresas medianas que tenían un puesto en la bolsa ni siquiera valían tanto.
Que esos hombres se volvieran locos por una piedra roja era algo que realmente le abrió los ojos.
La última pieza, el diamante Golconda.
Estefanía ni siquiera se había dado cuenta de cuándo había empezado la subasta cuando Carlos levantó el cartel a su lado y dijo: "100 millones".
Ese diamante era lo que Carlos quería conseguir.
Él había cuidado de Estefanía por más de una década, y podía reconocer esa mirada brillante de sus ojos cuando algo le gustaba.
Esa noche, lo que Estefanía quería era eso.
La competencia anterior con Fabiola sólo había sido una prueba para ver cuánto respaldo le había dado Benedicto a ella, no se lo había tomado en serio.
Pero cuando él había ofrecido 50 millones, el grupo de Fabiola ya estaban discutiendo si podían seguir o no.
Aunque hacía meses que no lo veía, reconoció a Hugo de inmediato. Además, la voz de Hugo era bastante distintiva y ligeramente ronca, como si estuviera raspada con papel de lija, Estefanía estaba segura de que era él.
"150 millones". Carlos fijó su mirada en Hugo y levantó su cartel para aumentar la oferta.
"180 millones". El hombre siguió sin dudarlo, ni siquiera parpadeó.
El sonido de esos millones subiendo sin parar era especialmente emocionante, tensó la atmósfera de todo el lugar.
Pero Estefanía se puso nerviosa, ¿qué estaba haciendo Hugo?
Se sintió un poco inquieta en medio del tira y afloja entre los dos hombres.
"Voy al baño, vuelvo enseguida". Estefanía pensó un momento, luego se levantó y le dijo a Carlos en voz baja.
Carlos giró la cabeza y siguió con la mirada la espalda de Estefanía que se alejaba a toda prisa.
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