La voz potente de Jimena hizo que Orson pegara un salto, volviendo a la realidad con un sobresalto.
Observando los ojos de Jimena, que parecían dos grandes campanas por lo abiertos que estaban, y sintiendo su saliva en su rostro debido a la cercanía, Orson se reclinó hacia atrás, poniendo algo de distancia entre ellos. El ambiente coqueto que había antes fue barrido por el grito de Jimena.
Orson dijo: “Vi que tenías un mosquito en la cara, iba a aplastarlo, pero antes de que pudiera, lo asustaste y se voló.”
“¿Cómo es que no sentí un mosquito en mi cara?” Jimena preguntó dudosa, tocándose la cara.
Con toda la confianza, Orson replicó: “Claro, ¿quién siente un mosquito antes de que le pique? Uno solo se da cuenta cuando empieza a picar. Tuviste suerte, el mosquito ni siquiera había empezado a picarte cuando lo espantaste con el grito.”
Orson dijo esas palabras con tal seriedad y sin mostrar signos de estar mintiendo, que era evidente su habilidad para manejar situaciones con mujeres, una habilidad que había perfeccionado con el tiempo.
Jimena, viendo la certeza con la que Orson hablaba, comenzó a dudar de sí misma. ¿Había interpretado mal sus intenciones? ¿Él solo estaba tratando de ayudarla con el mosquito?e2
La duda hizo que la confianza de Jimena flaqueara, sintiéndose como si hubiera hecho una tormenta en un vaso de agua y le debiera una disculpa a Orson.
Bajando la mirada, Jimena dijo con menos seguridad: “Entonces te juzgué mal, sigamos con la explicación, no quiero repetirlo por tercera vez.”
“Está bien, Jimena, continúa.” Orson respondió con naturalidad.
Vicente observaba cada expresión de Orson, con una sonrisa silenciosa. Conociendo a Orson durante tantos años, sabía bien cómo trataba a las mujeres y las técnicas que usaba. La excusa que Orson había encontrado era perfecta, y logró que Jimena se la creyera. Vicente no podía más que admirar la habilidad de Orson para manejar situaciones con mujeres.
Sin embargo, nunca había visto a Orson mirar a una mujer con esa intensidad casi palpable. Sus miradas a otras mujeres siempre habían sido juguetonas o desenfrenadas, nunca serias.
Pero la manera en que miraba a Jimena era diferente, Vicente vio por primera vez algo parecido a un sentimiento genuino en los ojos de Orson.
Entonces, ¿Orson tenía a Jimena en su corazón?
Unos minutos después, Jimena terminó su explicación y alzó la vista hacia Orson: “Señor Salcedo, ¿tiene alguna otra pregunta?”
“Creo que ya entiendo lo básico.” Orson asintió.
“Bien, si no hay nada más, me voy.” Con esas palabras, Jimena se puso de pie, le dio una mirada cómplice a Elia como despedida y se dirigió hacia la salida del restaurante.
Elia podía percibir la prisa de Jimena y no intentó detenerla; seguramente estaba ansiosa por volver con su hijo.
Orson observó a Jimena marcharse, sintiéndose frustrado y murmurando para sí: “¿Así que no quiere estar conmigo?”
“¿Se va tan rápido por mi culpa?”
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...