¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1588

Bruno terminó de hablar y, sin esperar que Tomeo le dijera unas palabras de cortesía para retenerlo, se marchó.

Orson también ignoraba a Tomeo y le decía a Jimena: “Por favor, Jimena, vamos.”

Jimena le lanzó una mirada de desdén, no tenía ninguna intención de aceptar su invitación a comer juntos.

Pero resulta que él quería compartir la mesa bajo el pretexto del trabajo.

Tomeo le había dicho que atender a Orson era su única tarea del día.

No tenía otra opción que ir a comer con él.

“Vamos a comer parrillada,” sugirió Orson.e2

“No, yo quiero buffet libre,” replicó Jimena sin ceder, ni piense en comer parrillada, nada se comparaba con la variedad de un buffet libre.

“Está bien, entonces vamos al buffet libre,” accedió Orson inmediatamente.

Jimena lo miró sorprendida: “Orson, ¿desde cuándo te has vuelto tan sumiso? ¿Ahora haces lo que yo digo sin resistirte?”

“La dignidad no se come, y si ya renuncié a mi título como el segundo heredero de la familia Salcedo, ¿para qué quiero dignidad?” Orson esbozó una sonrisa burlona.

La luz juguetona en sus ojos, aunque parecía estar bromeando, revelaba su afecto genuino.

Sus palabras eran simples, pero le estaban diciendo que había renunciado a su estatus de heredero por cancelar su compromiso con Priscila, todo por perseguir su amor por ella.

Sus palabras y la forma en que la miraba hicieron que el corazón de Jimena se saltara un latido.

Rápidamente, desvió la mirada hacia el frente, diciendo nerviosamente: “Buffet libre entonces, al fin y al cabo es la empresa la que paga.”

Dicho esto, aceleró el paso.

Orson la siguió de cerca.

¿No tenía Jimena aunque sea un poco de confianza en él?, ¿cómo iba a pensar que él quería burlarse de ella?

¿Así de poco fiable era él en sus ojos?

¡Ella estaba en guardia contra él!

Orson apretó ligeramente la palma de su mano, retiró su mano y sonrió levemente, diciendo: “Hay tantas cosas deliciosas en el plato, no hay razón para comer cabello. Solo pensé en retirarlo del plato, porque nadie lo comería ¿no es cierto?”

Dicho esto, Orson continuó sirviendo más comida en el plato.

Jimena parpadeó, dándose cuenta de que había malinterpretado sus intenciones. Se acomodó el cabello detrás de la oreja y tomó el tenedor para seguir comiendo: “Bastaba con que me lo recordaras, puedo hacerlo yo misma. Mi cabello es muy valioso, no quiero tener más accidentes.”

Orson asintió, entendiendo.

Jimena tomó algo de comida y la puso en el plato de Orson: “Come tú también, no te quedes ahí mirándome.”

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