Elia, llevando a Floria de la mano, llegó a Villa Serenidad.
Al acercarse a la entrada, se encontró con dos guardaespaldas y se dispuso a explicarles la situación, pidiéndoles que informaran a Asier de su llegada.
Apenas se acercó, los hombres se inclinaron respetuosamente y dijeron: "Por favor, señorita Elia, pase..."
El respeto y la cortesía con la que la trataron la desconcertaron por un momento.
Fueron estos mismos guardaespaldas quienes la habían detenido en la puerta de la villa antes, sacando su maleta y lanzándola fuera del perímetro de Villa Serenidad con una actitud fría y decidida, diciéndole que no era bienvenida.
Ahora, sin embargo, su actitud había cambiado drásticamente, permitiéndole entrar con tal respeto.
Elia se quedó atónita por un segundo, pero luego comprendió que esto debía ser obra de Asier. Ahora que el malentendido se había aclarado, seguramente él había dado nuevas órdenes a los guardaespaldas.e2
Tener acceso libre a Villa Serenidad era una buena noticia.
Elia, sujetando firmemente la mano de Floria, las llevó a ambas adentro sin que los guardaespaldas las detuvieran.
Cruzaron el jardín y llegaron a la casa de Villa Serenidad. La puerta estaba abierta, así que Elia y Floria entraron directamente.
Al entrar a la casa, la escena que Elia vio delante de ella la hizo detenerse abruptamente.
Asier estaba sentado en una silla de ruedas, con una expresión sombría. De espaldas a la puerta, su cuerpo estaba ligeramente inclinado, permitiendo a Elia ver la mitad de su rostro firme y severo.
Cecilia estaba arrodillada al lado de su silla de ruedas, con las manos sobre el apoyabrazos, mirando a Asier con los ojos rojos e hinchados, claramente había llorado.
Su rostro reflejaba tristeza y dolor, con una lágrima resbalando por su mejilla. Le decía a Asier: "Mi padre aún no se ha recuperado del todo, ¿y tú ya quieres hablarle de cancelar nuestro compromiso? ¿No te preocupa que esto pueda empeorar su salud?"
"Maximiliano no es tan frágil", respondió Asier con una voz fría y distante.
"Pero yo sí lo soy", contestó Cecilia, emocionada, con las lágrimas cayendo profusamente. Sus manos se blanqueaban por la fuerza con la que sujetaba el apoyabrazos y, con la voz temblorosa, miró a Asier y preguntó: "¿Es porque no soy lo suficientemente hermosa? Abuelo Benjamín y mi padre desean que nos casemos. Si nos casamos, podrías tomar las riendas de Guzmán y cumplir tu sueño de un imperio comercial. ¿Por qué quieres cancelar nuestro compromiso?"
Él era Asier, el invencible en los negocios, con una mano de hierro y victorioso en todas sus batallas.
Si él deseaba que una empresa quebrara en una noche, esa empresa no vería la luz del día siguiente.
¿Cómo podría desear casarse por una compañía?
Comprendiendo cuán tonta había sido, Cecilia desvió la mirada en pánico.
Al apartar la vista, vio a Elia y a otra mujer de pie en la entrada.
Su propio desorden emocional había sido presenciado por extraños, lo que la hizo sentir aún más avergonzada y confundida. Se puso de pie rápidamente, secándose las lágrimas y, con toda su aflicción y enojo dirigidos hacia Elia, dijo con frialdad: "Elia, no me digas que has venido a pedir comida otra vez, ¿y ahora traes a otra persona contigo? ¿Estás tan desesperada?"
"¿Cómo te atreves a hablar así...?" Floria, visiblemente molesta, dio un paso adelante, preparándose para confrontar a Cecilia.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...