¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1628

Jimena se quedó boquiabierta, apresurándose a sujetar la botella de vino que casi se le resbalaba de las manos. La colocó sobre la mesa y tragó saliva, sorprendida. Se acercó a Elia, con una expresión de asombro como si hubiera descubierto algo nuevo, y preguntó incrédula: "¿Qué acabas de decir? ¿Asier te confesó su amor?"

Se tocó la oreja con la mano: "¿Acaso escuché mal?"

Elia, sosteniendo su copa, tomó otro sorbo y asintió: "No escuchaste mal."

"¡Caramba! ¿Y cómo lo dijo? ¿Dijo 'te amo'?" Jimena preguntó con curiosidad.

Recordando el carácter helado e indiferente de Asier, como si fuera inmune al calor de cualquier persona o situación.

Recordando su rostro fiero y hermoso, que podía despertar la envidia de los dioses.

Recordando su postura arrogante y su estatus en la cima de la pirámide.e2

¡Ese hombre único en el mundo le había dicho "te amo" a Elia!

Al imaginar esa escena, Jimena sentía emoción por su amiga.

Si hubiera sido ella, probablemente habría estado tan emocionada que su respiración se habría detenido y su corazón latiría con fuerza; tal vez incluso se desmayaría en el acto.

¿Acaso no era esa la fantasía que todas las mujeres del mundo anhelaban y pocas conseguían?

¿Y tal suerte había caído en su amiga Elia? ¿Cómo no iba a emocionarse?

Elia echó un vistazo a Jimena, quien tenía los ojos redondos y abiertos como campanas, brillando con curiosidad y no queriendo perderse ni el más mínimo detalle.

Elia no pudo evitar sonreír. ¿Era para tanto la reacción de Jimena?

Por eso, tenía una mala opinión de Asier.

Elia también recordó que aún no le había dicho a Jimena que todo había sido un malentendido.

Dejó su copa y le explicó a Jimena la aclaración de Asier.

Había sido el abuelo Benjamín quien la había echado en su nombre, Asier no tenía ni idea y, de hecho, había usado la provocación a propósito para salvarla de las manos de Liuva, no porque realmente quisiera que ella se fuera.

"Ah, ahora entiendo. Visto así, Asier ha sido considerado", dijo Jimena al darse cuenta.

"Lo peor es que en ese momento también me preguntó si lo amaba", añadió Elia, su ánimo decaía aún más.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia