¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1660

Samuel miraba a Natasha con una sonrisa que desbordaba cariño y dijo: “¿hasta estás usando de tu influencia como novia? No te preocupes, yo me encargo de la inscripción de Elia, ella tiene todas las condiciones, ¿qué importa la experiencia laboral para un concurso? Lo que cuenta es tener un diseño destacado.”

Natasha, emocionada, le dijo a Elia: “¿Escuchaste? Tienes lo necesario para competir, vamos, añade el WhatsApp este compañero, y mañana mismo podrás inscribirte.”

Elia, sacó su teléfono apresuradamente, con cortesía y formalidad, y con humildad le dijo a Samuel: “Compañero, ¿te parece si escaneo tu código QR?”

“Claro,” respondió Samuel con agrado, sacando su teléfono y abriendo la página del código QR para que Elia lo escaneara.

Una vez añadidos como amigos, Elia se sintió mucho más tranquila. Agradecida, brindó con Samuel y Natasha y expresó su especial gratitud al profesor Felipe por haberla presentado a estos dos exalumnos.

Al día siguiente, Elia contactó a Samuel y se inscribió en el concurso de diseño de joyas 'Gema del Mar'.

Justo después de enviar el correo de inscripción, escuchó el timbre de la puerta.e2

Cerrando su computadora, Elia fue a abrir la puerta y, en el momento en que la abrió, no pudo evitar sonreír y dijo: “Jimena, me inscribí en...”

Su alegría quedó interrumpida al ver que quien estaba frente a ella era Cecilia, y la sonrisa en su rostro se congeló para luego desvanecerse lentamente, cambiando su tono entusiasta por uno frío y distante: “¿Necesitas algo?”

Al ver a Elia, Cecilia pensó en los cuatro hijos que ella tenía con Asier, su futuro esposo, y sintió un nudo en el corazón.

La presencia de Elia era una espina en su matrimonio, algo que la irritaría por siempre y contra lo cual no podía hacer nada.

Con un rostro frío y sin la elegancia de siempre, sino con resentimiento y emociones a flor de piel, Cecilia le dijo a Elia: “No quería buscarte, pero papá insistió en verte, no me quedó más remedio que hacer el esfuerzo.”

Elia frunció ligeramente el ceño: “¿Para qué quiere verme?”

Visitar a Maximiliano solo incrementaría esas tensiones.

Pero al fin y al cabo, Maximiliano era su padre, ese lazo de sangre era un hecho ineludible. Negarse a visitarlo probablemente lo heriría.

Recordando cuando, tres años atrás, Maximiliano la buscó para reconocerla como su hija con una actitud cariñosa y cálida, incluso ayudándola a obtener la oportunidad de cuidar a Asier, Elia se ablandó de nuevo.

Por respeto al pasado y a la ayuda que Maximiliano le había brindado, ella simplemente no podía ignorarlo.

Todavía sentía la necesidad de considerar sus sentimientos.

"Tú ve primero, yo te sigo en un momento", dijo Elia.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia