¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1690

Escuchando a Orson decir eso, Jacinta no se enfadó más con Jimena.

Su enfado anterior también había sido una actuación para Orson; era mejor que ella regañara a su propia hija antes que dejar que otros lo hicieran. De esa manera, podía apaciguar a los demás y evitar que su hija fuera el blanco de críticas.

Dado que Orson había asumido la responsabilidad, Jacinta no tenía motivo para seguir reprendiendo a Jimena.

Jacinta dejó de gesticular y, al girarse hacia Orson, su expresión cambió a una de disculpa: "Orson, realmente no tenía idea de su pasado juntos. Si lo hubiera sabido, nunca habría permitido que Jimena tomara esos dos millones ni que terminara contigo".

"Madre, hay algunos malentendidos aquí". Orson intentó explicar las cosas, pero no sabía por dónde empezar.

Hace tres años, Orson también creía que Jimena había ido a su madre a pedir dos millones para romper la relación con él, y que Jimena solo había estado con él por dinero.

Era por este malentendido que Orson había decidido retirarse al ver a Jimena con Daniel.e2

¿Qué diferencia había entre una mujer que estaba con él solo por dinero y todas las demás con las que había estado sin sentimientos reales?

Orson, habiendo visto la verdad, se había desilusionado y había optado por retirarse con determinación.

Solo unos días atrás había descubierto la verdadera historia; había sido su madre quien se había ofrecido en darle los dos millones a Jimena para que se alejara de él.

Jimena tiene un carácter tan fuerte que seguramente había tomado el dinero y luego había ridiculizado a Marisa.

¡Jimena nunca habría tolerado tal humillación! como para tomar los dos millones y dejarlo atrás, sin tan siquiera contactarlo.

Jacinta se llenó de alegría al escuchar a Orson llamándola madre una y otra vez, y su actitud hacia él se volvió más cariñosa. Asintió con la cabeza, contenta: "Si fue un malentendido, me alegro de que se haya aclarado. Ahora que ya tienen dos hijos, ¿no deberían considerar casarse?"

"Sí, madre..."

Además, cada vez que pensaba en esa noche en que Orson y Priscila habían compartido la cama con tanta sinceridad, sentía que se le tensaban los nervios, como si se asfixiara y no pudiera respirar.

No podía perdonar esa noche entre Orson y Priscila.

Al escuchar a Jimena hablar así, Orson se sintió un poco dolido y bajó la mirada.

Jacinta dijo: "No hables como si solo tú tuvieras juventud. ¿Quién no ha sido joven? No te compliques tanto la vida. Valorar a quien tienes delante nunca es un error. No esperes a arrepentirte cuando ya sea demasiado tarde y ya no sirva de nada".

Jimena iba a seguir hablando, pero Jacinta ya no le permitió continuar. Llamó a Orson para que se sentara en la mesa, ya que era hora de cenar.

Orson se transformó enseguida en el yerno obediente y complaciente, sentándose a la mesa con una sonrisa afable.

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