Jimena sintió un zumbido en su cabeza, sabía que su madre no la dejaría en paz tan fácilmente.
Sentados a la mesa, sin esperar a que Jacinta dijera nada, Jimena tomó la iniciativa: "Mamá, después de la cena, llévate a los niños contigo. Quisiera hablar a solas con Orson".
"¿Por qué no podemos hablar todos juntos?", replicó Jacinta, desconfiada de las intenciones de Jimena.
Esta vez no podían dejar que Jimena hiciera lo que le viniera la gana.
"Mamá, justo tengo algo que quiero discutir solo con Jimena. Mañana yo los buscaré a ti y a los niños", intervino Orson, apoyando inusualmente a Jimena.
Él necesitaba tener esa conversación a solas con ella.
Los sentimientos que guardaban debían expresarse cuando nadie más estuviera presente.e2
Jacinta parecía querer decir algo más, pero al ver la firmeza de Orson, decidió dejarlo pasar.
Después de la cena, Jacinta se llevó a Fred y Adora, dejando a Jimena con Orson.
En cuanto su madre y los niños se fueron, ¡Jimena estaba lista para ajustar cuentas con Orson!
Lo miró con ojos en blanco y dijo con fuerza: "¿Quién te dio permiso para llamar a mi madre así?"
"Mi futura esposa lo pidió", respondió Orson con una sonrisa traviesa en los labios.
Jimena alzó su mano para golpearle la cabeza: "¡Quién va a ser tu futura esposa! Además, ¿En qué momento pedí que la llamaras mamá?"
Orson atrapó su muñeca con precisión, tiró con fuerza y la atrajo hacia él, su pecho golpeó justo contra el suyo.
Una fragancia suave y fresca inundó sus sentidos, apretando la garganta de Orson.
Su aliento masculino se esparcía sobre la cara de Jimena, haciendo que su respiración se volviera más y más agitada, su corazón golpeaba como un pequeño ciervo.
Con la mirada nublada, observó cómo los labios sensuales de Orson se acercaban lentamente, su cerebro empezó a marearse y con la respiración entrecortada, cerró los ojos lentamente.
Sin embargo, el beso esperado no llegó; en su lugar, Orson la abrazó fuertemente, rozando su mejilla ardiente contra la de ella, apoyando su barbilla sobre su hombro y riendo suavemente.
Una risa que hizo temblar su pecho.
Jimena aturdida y sacudida por su risa, de repente volvió en sí, abrió los ojos y, confundida y avergonzada, dijo: "¿De qué te ríes?"
"Admitiste que eres mi futura esposa, eso es maravilloso", sonó la voz magnética de Orson en el oído de Jimena.
Su excitación no era solo por el contacto cercano con Jimena, sino también por las palabras espontáneas que ella había dicho momentos antes.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...