¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1725

"Espérate un momento, después de que salga esa persona puedes entrar." El policía llevó a Elia al exterior de la sala de visitas y le pidió que esperara sentada en una silla.

Elia asintió y el policía se marchó a ocuparse de sus asuntos.

Se quedó sentada junto a la pared, llena de curiosidad. Liuva ya no tenía familiares en este mundo, ¿quién podría saber que está detenida en la comisaría y venir a hablar con ella?

Movida por la curiosidad, Elia intentó escuchar pegando el oído a la pared a ver si conseguía oír la conversación del otro lado.

Y, efectivamente, los sonidos comenzaron a filtrarse desde la sala de visitas; el aislamiento acústico de la pared no era muy buena.

"¡Ramiro, me has engañado otra vez!" Liuva gruñó con enojo.

¿Ramiro? ¿Había regresado para ver a Liuva?e2

El oído de Elia se agudizó al escuchar ese nombre, su corazón se apretó por la sorpresa de saber que es Ramiro quien visitaba a Liuva.

"No te he engañado." La voz de Ramiro sonaba tranquila.

"¿No me has engañado? Fuiste tú quien me dijo que regresara al país, me organizaste para ser modelo en el concurso de joyería, también fuiste tú quien me ordenó intercambiar el diseño de Elia, diciendo que el video de seguridad había sido borrado, y que solo tenía que acusar a Elia de fraude en el escenario. Pero al final me tendiste una trampa, sacaste el diseño original de Elia y mostraste las grabaciones ante todos. ¿No es esto intentar hacerme caer en prisión a propósito?" Liuva estaba temblando de ira, exigiendo una explicación de Ramiro.

Cuando secuestró a Elia y no logró matarla, fue Ramiro quien la envió al extranjero para que se escondiera. Aunque la vida fuera difícil, al menos estaba segura. De repente, Ramiro mandó a alguien a buscarla para que regresara, diciendo que volvería a su antigua vida de modelo y que llevaría una vida normal.

Liuva había vivido como una rata callejera, perseguida y acosada, y estaba harta de esa vida inestable y de esconderse.

Elia apretó las palmas de sus manos y su cuerpo se tensó.

El contenido de esta conversación la dejó atónita y con un escalofrío.

"¿Quién le creería a una loca como tú?" Ramiro dijo entre dientes.

"¿Loca? Yo no estoy loca. Recuerdo muy bien lo que pasó hace años. ¿Señor Ramiro, acaso lo has olvidado? Permíteme refrescarte la memoria." Liuva sonrió con desdén.

Elia abrió los ojos de par en par, pegando la oreja contra la pared, escuchando atentamente.

¿Qué había hecho Ramiro hace tres años?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia