¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1766

La chica gritó con sorpresa, atrayendo no solo la atención de Orson y Jimena, sino también las miradas curiosas de los demás alrededor.

Orson y Jimena se voltearon al mismo tiempo, solo para ver a Priscila sosteniendo a un niño de aproximadamente dos años, mirando a Orson con ojos llenos de ira y frustración.

Orson apenas echó un vistazo al niño antes de mirar fijamente a Priscila, diciendo sin expresión alguna: "Con quién me case no es asunto tuyo."

"¿Qué dijiste, Orson? ¡Repítelo!" Priscila avanzó furiosa con el niño en brazos.

Priscila se acercaba a Orson cuando Jimena decidió intervenir. Orson era su hombre ahora y, habiendo decidido aceptar su pasado, presente y futuro, no permitiría que ninguna otra mujer se le acercara.

Jimena rápidamente se puso delante de Orson, con los brazos cruzados y una postura desafiante, enfrentó a Priscila: "Un hombre soltero, una mujer soltera, nuestra boda es permitida por la ley y la moral. ¡No voy a dejar que nadie la arruine!"

"¡Aparta, que luego me encargaré de ti!" Priscila empujó a Jimena y dio dos pasos hacia Orson, colocando al niño frente a él con resentimiento y enojo: "Orson, míralo, ¡tiene tus ojos!"e2

Orson ya estaba cansado de la obsesión persistente de Priscila y su temperamento de niña mimada.

Con desdén, respondió: "Apártate, no impidas que me case con Jimena."

Dando la vuelta a Priscila, tomó a Jimena por los hombros y juntos regresaron al mostrador de registro.

El empleado les entregó un formulario a cada uno para completar. Orson llenó su formulario con entusiasmo y Jimena, sin dudarlo, comenzó a escribir sus datos con un bolígrafo negro.

Priscila se sintió ignorada. Viendo a Orson sacar su identificación y decidido a casarse con Jimena. No pudo aguantarlo más y, abrazando al niño, le dijo a Orson con lágrimas en los ojos: "¡Acaba de ser registrado en el registro de familia, se llama Jason, es tu hijo biológico!"

Priscila, sosteniendo a un niño de dos años y mirando a Orson con ojos llorosos, parecía una mujer abandonada y resentida.

Y Jimena, a punto de casarse con el padre de ese niño, parecería una entrometida a los ojos de los demás.

El corazón de Jimena, apenas acostumbrándose a la idea de casarse con Orson, fue golpeado duramente una vez más, y se sintió como una bufona en ese lugar, como si fuera el centro de una broma cruel.

Orson se quedó petrificado, mirando a Priscila y viendo su seriedad, comenzó a dudar de su propia incredulidad.

Porque aquella noche de hace tres años, era un obstáculo que los tres nunca podrían superar.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia