¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1810

López, al ver que Pascual estaba siendo acorralado por las preguntas de un niño de poco más de siete años, se apresuró a intervenir para suavizar la situación.

"¿Cómo podría ser esa la intención de nuestro Sr. Pascual Griera? Además, ese video no tiene por qué ser real", continuó López, todavía intentando esquivar la verdad.

"Señor, hace un momento traías a dos personas para que mintieran diciendo que mi madre había visto la obra de esa señorita. Afirmabas con tanta seguridad que mi madre había copiado su diseño sin ninguna prueba concreta. Ahora que la grabación y el video están ante tus ojos, dices que no son reales. ¿Acaso tú también estás detrás de todo esto? ¿Por qué si no seguirías defendiendo a esa señorita?", dijo Abel con calma pero firmeza.

Nada desestabilizaba más a López que ser confrontado con una verdad tan directa y sin adornos.

Había estado hablando con labia, pero ante las palabras serenas de Abel, su rostro se tensó inmediatamente.

Girando sus ojos en busca de una salida, replicó: "¡Soy el responsable del evento, protejo a quien yo decida proteger!"

"Qué lástima que no dependa de ti", contestó Abel con una sonrisa. Esa sonrisa, fría, distante y con un aire de autoridad implícita, era muy similar a la de Asier cuando sonreía.e2

López se desconcertó y preguntó instintivamente: "¿Qué quieres decir?"

Elia, inmersa en la alegría de ver a su hijo, apenas percibía la tensión en el ambiente.

En medio de la confusión general, Ramiro dio un paso adelante y respondió a la pregunta de López: "Cuando reproduje el audio, el gran monitor de afuera también mostraba el video de vigilancia con sonido."

López se alarmó, sus ojos se abrieron de par en par, y rápidamente miró a Pascual, temiendo haberlo ofendido.

Antes de que pudiera decir algo más, Ramiro agregó: "Oh, y todas nuestras conversaciones en el backstage también se transmitían en tiempo real en la pantalla grande del escenario."

Sudando profusamente, apresuró a decir: "Este asunto se acaba aquí, ¡vámonos, todos fuera!"

La situación, que había sido creada para incriminar a Elia, tuvo que disolverse.

López, después de hablar, se apresuró a llevar a Pascual por la puerta trasera del backstage.

No se atrevió a pasar por la puerta principal con Pascual, temiendo ser rodeado por el público o la prensa, ser interrogado y causar un escándalo, lo que habría hecho la situación aún más inmanejable.

Después de que López y Pascual se marcharan, el lugar cayó en un silencio pesado.

Samuel, sosteniendo el brazo de Natasha, al principio estaba allí para evitar que ella admitiera haber copiado la obra de Elia, pero ahora se había convertido en su pilar.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia