Morfis se quedó con los ojos bien abiertos, incrédulo, mirando fijamente a Liuva: "¿Qué has dicho?"
"Escuchaste perfectamente, ¿para qué preguntas de nuevo?" respondió Liuva con una actitud firme.
Aunque el dolor le partía la cabeza, no podía permitirse mostrarse débil ni quejarse, porque nadie se preocupaba por si le dolía o no.
Desde la muerte de sus padres, ya no había nadie en este mundo que se preocupara por cómo se sentía, si sufría o si tenía dolor.
Después de la partida de sus padres, Liuva sintió el frío del mundo, lleno de malicia. Solo quería sobrevivir y eso le costaba un esfuerzo enorme.
Ya no era la niña mimada y protegida por sus padres.
Después de haber soportado los golpes del mundo, Liuva extrañaba aún más a sus padres y lamentaba haberlos perdido por querer ser la mujer de Asier.e2
Pero no había remedio para el arrepentimiento.
Sin sus padres, su vida se volvió aún más difícil.
Morfis estaba frente a Liuva, mirándola con una expresión violenta: "Perfecto, así me deshago de un problema para mi madre."
Dicho esto, se inclinó y la agarró del cuello con tanta fuerza que parecía querer estrangularla.
"Ah..." El cuello de Liuva ya dolía y ahora, con la presión de Morfis, el dolor de cabeza se intensificó con una sensación de asfixia. El blanco de sus ojos se volvieron más grandes que sus pupilas, y empezó a revolcarse y a escupir espuma.
Morfis, cegado por la ira, solo quería descargar su furia sobre aquella mujer y no se percató del estado de Liuva.
No había usado mucha fuerza, pero Liuva ya estaba convulsionando y escupiendo espuma. ¿Cómo iba a saber él que era como una muñeca de papel, que se rompería con el más mínimo contacto?
Maximiliano, mordiéndose los dientes de furia, lanzó una mirada de desprecio a Morfis y sacó su teléfono, marcando apresuradamente al servicio de emergencias.
De cualquier manera, Liuva no podía morir, especialmente no a manos de Morfis.
Poco después, llegó la ambulancia y se llevaron a Liuva.
Elia y Asier llegaron a Villa Serenidad y al bajar del carro, vieron a una mujer delgada y alta de cabello corto, con un maletín médico en la espalda, esperando en la puerta de la villa. No entraba, solo se quedaba allí.
Al ver a Elia y Asier acercarse, ella se giró hacia ellos, observándolos atentamente.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...