"¿Y ahora qué hacemos?" Elia miró a Asier, buscando su opinión.
Al saber que Maximiliano estaba ayudando a Liuva porque tenían un hijo juntos y que Liuva estaba amenazando a Maximiliano con el niño, todo empezó a tener sentido.
Todo encajaba para que Maximiliano fuera el apoyo detrás de Liuva. Maximiliano no sabía dónde Liuva había escondido al niño, pero ellos sí lo sabían.
Y con tantos delitos sobre sus espaldas, también era posible arrestar a Liuva en ese momento.
Solo que, no podían arrestarla ahora que ella tenía un niño en sus manos.
El estado alterado de Liuva de antes indicaba que volvería a usar al niño para chantajear si se sentía amenazada.
En ese caso, el destino del pequeño sería incierto.e2
Asier miró a Elia con intensidad, y con una voz baja y magnética, dijo: "¿Tú qué piensas?"
"¿Yo?" Elia estaba sorprendida.
"¿Qué vas a hacer ahora?" Asier fue un poco más claro.
Elia comprendió de inmediato que Asier le estaba dejando a ella la decisión de resolver la situación, ya que Maximiliano era su padre y el pequeño niño, su medio hermano.
Odiar a Maximiliano era su derecho, y no preocuparse por la seguridad del niño era su elección.
Por supuesto, también era libre de ayudar a Maximiliano a encontrar al niño, de darle otra oportunidad a su padre.
Elia dudó, bajó la mirada y sus pestañas ocultaron sus emociones.
Los ojos oscuros de Asier se mantuvieron fijos y pacientes, esperando su decisión.
Él sabía que ella estaba luchando internamente y no quería apresurarla, dándole tiempo para pensar.
Después de reflexionar un rato, Elia levantó la vista nuevamente, mostrando una claridad en sus ojos.
Y Elia no era más que el resultado de una aventura de una noche, sin haber tenido contacto con él en años, mucho menos hablar de un lazo entre padre-hija.
Pero, ¿qué relación tenía él con Liuva? ¿Por qué elegiría ayudar a Liuva para herirla a ella?
¿Acaso era menos que una extraña?
Al darse cuenta de que había un niño entre Liuva y Maximiliano, Elia lo entendió todo.
Ella era la primera en ser abandonada entre sus hijos.
Aunque entendía esto, Elia no podía sentir odio.
Después de tantas experiencias, había aprendido a dejarlo ir; el odio solo la haría sufrir más.
No podía controlar las elecciones de los demás, pero sí podía manejar sus propias emociones. Mantenerse abierta y feliz era la mayor responsabilidad que tenía consigo misma.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...