¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1836

"¿Y ahora qué hacemos?" Elia miró a Asier, buscando su opinión.

Al saber que Maximiliano estaba ayudando a Liuva porque tenían un hijo juntos y que Liuva estaba amenazando a Maximiliano con el niño, todo empezó a tener sentido.

Todo encajaba para que Maximiliano fuera el apoyo detrás de Liuva. Maximiliano no sabía dónde Liuva había escondido al niño, pero ellos sí lo sabían.

Y con tantos delitos sobre sus espaldas, también era posible arrestar a Liuva en ese momento.

Solo que, no podían arrestarla ahora que ella tenía un niño en sus manos.

El estado alterado de Liuva de antes indicaba que volvería a usar al niño para chantajear si se sentía amenazada.

En ese caso, el destino del pequeño sería incierto.e2

Asier miró a Elia con intensidad, y con una voz baja y magnética, dijo: "¿Tú qué piensas?"

"¿Yo?" Elia estaba sorprendida.

"¿Qué vas a hacer ahora?" Asier fue un poco más claro.

Elia comprendió de inmediato que Asier le estaba dejando a ella la decisión de resolver la situación, ya que Maximiliano era su padre y el pequeño niño, su medio hermano.

Odiar a Maximiliano era su derecho, y no preocuparse por la seguridad del niño era su elección.

Por supuesto, también era libre de ayudar a Maximiliano a encontrar al niño, de darle otra oportunidad a su padre.

Elia dudó, bajó la mirada y sus pestañas ocultaron sus emociones.

Los ojos oscuros de Asier se mantuvieron fijos y pacientes, esperando su decisión.

Él sabía que ella estaba luchando internamente y no quería apresurarla, dándole tiempo para pensar.

Después de reflexionar un rato, Elia levantó la vista nuevamente, mostrando una claridad en sus ojos.

Y Elia no era más que el resultado de una aventura de una noche, sin haber tenido contacto con él en años, mucho menos hablar de un lazo entre padre-hija.

Pero, ¿qué relación tenía él con Liuva? ¿Por qué elegiría ayudar a Liuva para herirla a ella?

¿Acaso era menos que una extraña?

Al darse cuenta de que había un niño entre Liuva y Maximiliano, Elia lo entendió todo.

Ella era la primera en ser abandonada entre sus hijos.

Aunque entendía esto, Elia no podía sentir odio.

Después de tantas experiencias, había aprendido a dejarlo ir; el odio solo la haría sufrir más.

No podía controlar las elecciones de los demás, pero sí podía manejar sus propias emociones. Mantenerse abierta y feliz era la mayor responsabilidad que tenía consigo misma.

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