Al escuchar a Elia, Jimena supo inmediatamente que había habido un malentendido y, además, había hablado tan alto que los colegas cercanos miraban con curiosidad.
Jimena se sentía aún más avergonzada y ya era demasiado tarde para taparle la boca a Elia, así que se acercó rápidamente a ella y, bajando la voz, le susurró al oído: "Más bajo, no es lo que estás pensando."
Elia nunca había visto a Jimena tan avergonzada, era como si el sol saliera por el oeste. Antes, aunque Jimena se sonrojara, nunca se escondía de esa manera.
Lo máximo que hacía era enrojecer y seguir hablando sin vergüenza.
Pero ahora, estaba evitando la mirada de Elia y le pedía que hablara más bajo, temiendo que otros escucharan.
La actitud inusual de Jimena hizo que Elia se diera cuenta de que algo no andaba bien. Asintió obedientemente y se quedó en silencio, miró a su alrededor y notando que todos habían retirado sus miradas y habían dejado de observarlas.
Entonces Elia también se sentó derecha, agarró un pincel y comenzó a garabatear algo en un papel, y la oficina volvió a la calma.e2
Pronto llegó la hora del almuerzo.
Elia y Jimena salieron a comer juntas, sentadas una frente a la otra, Elia continuó el tema de antes y preguntó con preocupación: "Jimena, cuéntame, ¿qué pasó exactamente entre tú y Orson?"
Jimena, con el tenedor en la mano, pinchaba sin ganas el lomo de cerdo en su plato y dijo desganada: "Anoche tuve que ir a la comisaría a buscar a Orson."
"¿Qué hizo Orson?" preguntó Elia con curiosidad.
Jimena levantó la mirada con una expresión de resignación y contó a Elia lo que el policía le había dicho sobre los problemas en los que Orson se había metido.
Elia se quedó boquiabierta: "¿Estás diciendo que Orson volvió a sus andanzas y además su acompañante terminó en el hospital?"
Jimena asintió sombríamente.
Después de clavar el tenedor, se llevó la carne a la boca y comenzó a masticar con fuerza, convirtiendo su frustración en apetito.
Al ver que Jimena había recuperado el apetito, Elia no pudo evitar sonreír.
Mientras las dos comían, alguien se acercó y se sentó a su lado: "Pasé por varios restaurantes, finalmente los encontré."
Elia y Jimena se giraron al mismo tiempo para ver al recién llegado.
Al ver a un Rayan agotado sentarse junto a ellas, Jimena dejó el tenedor y preguntó: "¿Qué quieres de nosotras? Debes estar muy aburrido."
Rayan levantó una ceja y miró a Jimena, diciendo: "Vengo por encargo de alguien."
Jimena sintió un nudo en el estómago al oír esas palabras, sabiendo que lo que venía no sería simple.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...