"No me llames así", respondió Jimena con enfado, sin mirar atrás, caminando a grandes pasos hacia la puerta de su casa. Abrió la puerta, entró y la cerró con un golpe fuerte detrás de ella.
Orson observó a Jimena desaparecer de su vista, el sonido de la puerta cerrándose fue tan fuerte que lo dejó atónito por un momento.
Su corazón, ya adolorido, se apretó aún más debido a la actitud tan fría que Jimena había mostrado hacia él.
Orson caminó pesadamente de regreso a su casa, y en un instante, se sintió como si hubiera perdido todo apoyo y se desplomó sin fuerzas.
Por la noche, yacía en la cama, sintiéndose tan frío que se envolvió por completo en las mantas, temblando de frío.
Pasó una noche tortuosa y desagradable, lo que lo dejó incapaz de levantarse de la cama al día siguiente.
Durante el día, su teléfono celular sonó muchas veces al lado de su cama, pero Orson no tenía la energía para contestar. Se envolvió en las mantas, enrollándose como un tamal, sintiendo frío en todo su cuerpo.e2
Pasadas las cinco de la tarde, la puerta de la casa de Orson se abrió y Vicente entró, llamando con precaución: "Orson, Orson..."
No hubo respuesta.
Vicente pensó que no había nadie en casa y sacó su teléfono para seguir llamando.
La llamada se conectó y el timbre sonó en la habitación.
Siguiendo el sonido, Vicente entró en la habitación y vio que el teléfono celular en la mesilla de noche no dejaba de sonar y que la persona en la cama estaba envuelta en mantas como una oruga.
¿Quién más podría ser sino Orson?
Vicente colgó el teléfono, se apresuró hacia la cama, se inclinó preocupado hacia Orson y preguntó: "Orson, ¿qué te pasa?"
Orson tenía los ojos cerrados y no dijo nada.
De repente, Vicente pensó que había estado llamando desde la mañana y que el teléfono estaba sonando normal, Orson no tenía por qué no escuchar.
"¿Has estado durmiendo todo el día desde ayer? ¿No has comido nada hoy, verdad?" Vicente estaba asombrado.
"No he podido ni levantarme, ¿cómo iba a comer?" Orson dijo débilmente y, con un gesto de resignación, le lanzó una mirada blanca a Vicente.
"Ups, eso no puede ser. Si te mueres de hambre, alguien se va a entristecer mucho", bromeó Vicente, incapaz de resistirse a otra broma.
Siempre había sido así de bromista.
Esas palabras tocaron el punto doloroso en el corazón de Orson, y su estado de ánimo, que apenas empezaba a mejorar, se volvió sombrío de nuevo. Bajó la mirada y dejó de hablar.
Vicente lo vio con las pestañas caídas y una tristeza profunda en sus ojos.
Por una vez, Vicente preguntó seriamente: "¿Qué pasa, tú y Jimena tuvieron una pelea?"
"No es eso. Ella no me quiere más, nosotros ya no tenemos futuro", dijo Orson con voz de lástima.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...