Antes de que todos pudieran reaccionar, Elia rápidamente tomó del brazo a Floria y se alejaron.
Jimena fue la primera en recuperarse, apresurada quiso seguirles: "¡Eh, Elia, espérame!"
"No puedes irte", Vicente con determinación detuvo a Jimena, no iba a permitir que se marchara. Si Jimena se iba, él y Orson tendrían aún más problemas para explicarse.
Dejando a Jimena en la habitación, Vicente se apresuró a salir y cerró la puerta tras de sí.
Mientras Jimena intentaba abrir la puerta, escuchó las palabras cada vez más lejanas de Vicente: "Me voy, lo que le pase a Orson ahora es tu responsabilidad".
Para cuando Jimena logró abrir la puerta, Vicente, Elia y Floria ya habían salido y cerrado la puerta tras ellos.
Jimena pensó que era demasiado tarde para seguirles y, aunque quería irse y dejar a Orson atrás, en el fondo no podía abandonarlo realmente.e2
Con un bufido, se giró y miró molesta hacia Orson en la cama: "¡Ahora sí, todos se han ido!"
Pero en los labios de Orson se dibujaba una sonrisa. Con un tono algo caprichoso, dijo: "No necesito a todos, con que estés tú me basta".
Diciendo esto, se levantó de la cama y se acercó a Jimena por detrás, justo cuando estaba a punto de abrazarla, Jimena se giró y lo empujó diciendo: "Vete, vete, ve a dormir. ¿No escuchó lo dijo Floria? Con dos horas más de sueño estarás mejor".
Orson, que se había bajado de la cama con dificultad, fue empujado de vuelta por Jimena.
Ella lo acomodó en la cama, le cubrió con las mantas y le dijo: "Duerme tú, yo me voy".
"¿A dónde vas?", preguntó Orson ansiosamente.
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Priscila, siguiendo a Marisa, dejó la casa de Orson y, ya en el carro, empezó a expresar su descontento.
"Marisa, ¿qué me dijiste antes de venir? Aseguraste que harías que Orson me aceptara por el bien del niño. Pero, ¿qué hiciste? No hablaste a mi favor, al contrario, fuiste muy dura conmigo y me sacaste de la casa", reclamó Priscila sin ningún filtro.
Marisa todavía llevaba al niño de dos años en brazos, el cual, asustado, se acurrucaba silencioso contra ella.
El niño ya era de por sí tímido y asustadizo, y los reclamos estridentes de Priscila lo asustaban aún más, hundiéndose en el abrazo de Marisa.
Marisa se giró y le dijo a Priscila en voz baja: "Habla más bajo, ¿no ves que has asustado al niño?"
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...