Priscila ya estaba que echaba chispas por dentro, pero al escuchar la voz de Jimena, estalló como un volcán. Se giró bruscamente y le gritó: "¡Perra, qué derecho tienes para hablar conmigo!"
Con Orson, se había contenido porque no podía ponerse muy brava con él.
Orson tenía pruebas de que ella lo había engañado, y si se llegaba a arrechar de verdad, el subdirector del hospital, que era pariente de los Guzmán, iba a cargar con las consecuencias.
No quería meter en problemas a su familiar por culpa de su familia.
El hombre había ayudado a Priscila haciéndole un informe falso para sacarla de un apuro.
Si por eso el subdirector perdía su chamba y lo sancionaban, los Guzmán quedarían muy mal, y después ni podrían mirarlo a los ojos.
Por eso, con Orson se aguantaba, pero con Jimena sí que se desquitaba.e2
Total, Jimena no tenía poder ni influencia, ¿qué podía hacerle?
Justo después de que Priscila soltó el grito, Orson se adelantó, bloqueando la vista de Jimena, como si quisiera protegerla de cualquier mal.
Orson la miró furioso y dijo. "Priscila, ¿no puedes hablar sin ser una boca sucia?"
Priscila se sintió aún más ofendida. Solo había regañado a Jimena y Orson ya la estaba defendiendo.
Como una gallina cuidando a sus polluelos.
Y el desprecio que Orson le mostraba a ella era bastante evidente.
La diferencia abismal en el trato hacia ella y hacia Jimena hundió a Priscila en un pozo de resentimiento y furia, como una marea alta o un volcán que entra en erupción.
"¿Solo porque le dije algo ya te duele?" Priscila dijo con el pecho agitado.
No importaba cuánto cariño tuviera Jimena a Orson en ese momento; aquel incidente sería suficiente para atormentarla de por vida.
Para Priscila, mientras más sufriera Jimena, mejor.
"¿Quién dijo que me metí yo? Aquella noche vi a Orson borracho, solo quería cuidar de él, limpiarle el sudor de la cara, y entonces él me aprisionó en la cama," dijo Priscila con una sonrisa triunfante dirigida a Jimena.
Dennis, el maquillista que estaba tratando de calmar las aguas entre las dos clientas, se quedó boquiabierto al escuchar las palabras de Priscila y retrocedió discretamente.
Estaba acostumbrado a escuchar chismes de amoríos, pero eso era demasiado íntimo, cosas de hombres y mujeres que no se debían mencionar en público.
Lo mejor que podía hacer como empleado era mantenerse al margen y evitar problemas.
Orson, aún sorprendido por la pregunta de Jimena y furioso por la respuesta de Priscila, la miró con los ojos inyectados en sangre y exclamó: "¡Cállate de una buena vez!"
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...