¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 2053

"¿Cómo puedes ser aburrido si tantas mujeres se mueren por casarse contigo?" Elia puchereó, su molestia seguía siendo evidente.

Asier la miró con esos ojos encantadores y atrajo su delgado cuerpo hacia su abrazo, mientras su otra mano acariciaba su cabello con ternura: "¿Qué pasa, estás celosa?"

Elia intentó esquivar sus caricias, todavía con un dejo de mal humor: "¡Yo no estoy celosa!"

No quería admitirlo.

"¿Por qué siento que alguien está siendo celosa?" La voz seductora de Asier era indulgente y burlona a la vez.

Elia se sintió un poco avergonzada, y golpeó suavemente el pecho de Asier con su pequeño puño: "Pero lo que digo es verdad, si no hubiera ido a la boda, ahora estarías casado con Cecilia y yo no tendría nada que ver contigo."

"Todavía te preocupa Cecilia, ¿eh?" Asier dejó escapar la afirmación con un tono magnético, sostuvo su mano y la besó de nuevo, sus labios cálidos transmitían una ternura consoladora.e2

Elia nunca había estado realmente enojada con Asier, y entre abrazos, besos y palabras de consuelo, su corazón ya se había derretido como algodón.

Con ojos brillantes, Elia miró a Asier, dejándolo sostener su mano y mordiéndose ligeramente el labio, dijo: "¿No debería preocuparme?"

Ella definitivamente no sabía que, en ese momento, frente a Asier, parecía una niña mimada.

Durante años, había sido fuerte e independiente, siempre luciendo una imagen de calma y compostura, y una vez que alguien se acostumbra a ser independiente, dejaba de hacer pucheros.

Pero frente a Asier, naturalmente, comenzaba a actuar de forma mimada.

Y Asier, por su parte, la miraba lleno de adoración. No importaba cuán frío y severo pudiera ser en el exterior, en ese momento frente a Elia, era cálido como el sol, y ese pequeño instante era capaz de derretir todo el hielo en su corazón.

"Claro que puedes preocuparte, cuanto más lo hagas, más feliz seré," dijo Asier con una sonrisa rara en sus labios.

"¿Y eso te alegra?" Elia se mostró insatisfecha.

Entonces, ¿qué más le importaba?

Con su dilema resuelto, Elia apoyó su cabeza sobre el pecho de Asier, y se acurrucó cariñosamente en su abrazo.

Su gesto, parecido al de un gatito, era cálido y dulce.

Asier no pudo evitar atraerla más hacia él, y en voz baja le dijo: "Vamos a cenar, terminamos temprano y nos vamos a descansar, para levantarnos temprano mañana."

"Vale, ya tengo hambre," dijo Elia saliendo del abrazo de Asier, con una sonrisa floreciendo nuevamente en su rostro.

Ella tuvo el buen tino de no mencionar ni una palabra sobre Aurora.

Porque había verdades que, una vez expuestas, tal vez no podían volver a ocultarse.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia