Asier, tras terminar de hablar, alzó con sus manos esbeltas la taza de café que tenía delante y le dio un pequeño sorbo, con una sonrisa en los labios que era más una mueca que una expresión genuina.
Maximiliano se veía algo pálido, buscaba excusas para justificarse, pero no esperaba que Asier fuera tan directo al desenmascarar sus pretextos.
"He estado algo descuidado últimamente con Elia, pero ahora que tengo algo de tiempo libre, buscaré el momento perfecto para ir a visitarla", dijo Maximiliano con una sonrisa aún en la cara, intentando mantener la conversación con Asier.
Cecilia, que estaba al lado, no había dicho ni una palabra. Al principio, porque al ver de nuevo a Asier, quedó atrapada por esa dignidad innata que él irradiaba, y al volver a verlo de pie frente a ella, imponente como siempre, quedó impactada, y no podía dejar de mirarlo.
Después, cuando Maximiliano y Asier empezaron a hablar, no encontró el momento para intervenir.
Pero en ese momento, escuchando que hablaban de Elia sin parar, el corazón de Cecilia, que ya pesaba, se llenó de un amargor aún más profundo.
Apenas Maximiliano terminó de hablar, Cecilia dijo con indignación: "¡Ayer vi a Elia en el cementerio!"e2
Su interrupción fue repentina, y tocó justo el tema de conversación entre Asier y Maximiliano.
Ambos hombres volvieron sus miradas hacia ella.
Al encontrarse con la mirada de Asier, el corazón de Cecilia dio un vuelco; finalmente la estaba mirando directamente, y solo porque mencionó el nombre de Elia.
En ese momento, para captar la atención de Asier, tenía que hablar de Elia.
Cecilia se sentía frustrada, pero no había mucho que pudiera hacer.
Continuó hablando, bajo la intensa mirada de Asier: "Fui a visitar a mi hermana Aurora, y justo Elia estaba allí para ver a Sergio. Nos encontramos en el cementerio."
Hizo especial énfasis en los nombres de Aurora y Sergio, dos personas que Asier conocía bien y que para él significaban mucho.
Quería llamar su atención.
Maximiliano se sintió decaído, observando a su hija y escuchando sus palabras. Su hija mayor había muerto en la flor de la vida, era una herida en su corazón que no podía describir con palabras.
Había pensado que Aurora y Asier se casarían, que su unión fortalecería los negocios de Guzmán y Grupo Griera, permitiéndoles a los mayores retirarse sin preocupaciones.
Pero el destino tenía otros planes, y el accidente no solo se llevó a Aurora, sino también sus esperanzas.
Hablar de Aurora nuevamente revivió el dolor profundo que Maximiliano llevaba dentro.
Asier dejó la taza de café sobre la mesa, su mirada profunda se posó un instante en Cecilia, antes de dirigirse hacia Maximiliano. "Aquellos que se han ido, aunque los extrañemos, solo pueden permanecer en nuestros corazones. Hace poco también fui a visitar a Aurora y a Sergio."
"Don Maximiliano, ¿cuándo cree que sería un buen momento? Justo Elia y yo también queríamos compartir una comida usted." Con esa frase, Asier hábilmente evadió el tema que Cecilia había insinuado, retomando la conversación que Maximiliano había comenzado.
Cecilia observó la expresión indiferente de Asier, su sonrisa se desvaneció y una sensación de malestar se instaló en su interior.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...