Asier pensaba que necesitaba saber todo acerca de esa mujer y su familia, los que conocía desde hacía cinco años.
Últimamente, solía confundir a otras mujeres con aquella mujer de hace cinco años.
Tal vez por el paso del tiempo, su recuerdo de ella se había distorsionado.
Incluso cuando se encontraba con alguien que no tenía nada que ver con ella, pensaba que se parecía a aquella mujer.
Esa obsesión por encontrar lo familiar no era normal.
No podía seguir así.
Saber sobre ella y su familia lo ayudaría a distinguir a sus familiares de las personas no relacionadas.
Si se encontraba con su familia, los trataría con amabilidad, pero tendría que manejar seriamente a aquellos que no tenían nada que ver pero aún querían acercarse a él.
Al escuchar las palabras de Asier, Maribel detuvo su parloteo y siguió a Asier a su oficina, observándolo sentarse en la silla del jefe.
Estaba nerviosa y agitada, pero trataba de mantener la calma, de no mostrar su vulnerabilidad.
Bruno se acercó, echó un vistazo a los papeles que tenía en la mano, y dijo: "Srta. Maribel, me encargare de esto."
Maribel volvió en sí, sosteniendo en su mano la información de los familiares de esos cuatro niños.
Estaba tan nerviosa que apretaba los papeles hasta arrugar los bordes.
Si ella se encargaba personalmente de contactarlos, tal vez podría mantener en secreto quiénes eran los padres de esos niños.
Pero ahora que Bruno iba a encargarse de ello, estaba aterrada...
Bruno tomó los papeles de sus manos y dijo: "Srta. Maribel, te ves cansada, ¿no has descansado bien últimamente?"
Lo decía por preocupación, porque realmente se veía mal.
Pero Maribel se apresuró a decir: "No estoy cansada en absoluto, no necesito descansar. Sr. Griera, tengo que salir a hacer algo."
Dicho esto, se dio la vuelta y salió de la oficina.
Todo el cansancio y las preocupaciones desaparecieron, llenándose solo de amor.
"Hola, mis amores, mamá ha vuelto." La voz de Elia estaba llena de ternura, y tenía una gran sonrisa en su rostro.
Joel bajó de la silla, corrió hacia Elia y le abrazó la pierna: "Mamá, quiero un abrazo."
Elia se inclinó, acercó su rostro al de él, sintiendo su suavidad infantil, su corazón se llenó de amor y calidez: "Ven, un besito."
Iria extendió su manita gorda, apartó a Joel, y se metió en el regazo de Elia. Frotó su cabecita peluda contra el pecho de Elia, con su voz tierna: "Mamá, yo también quiero un besito, soy el tesorito de mamá, yo también quiero un beso."
Elia bajó la cabeza y le dio un beso a Iria en su rostro gordito, suave y tierno, con aroma a leche.
No pudo resistirse y le dio otro beso a su carita regordeta: "Mmm, mi pequeña Iria es suavecita y huele tan bien."
"Mamá, yo también quiero un beso." Joel estaba impaciente por ser el favorito.
Elia sonrió, le acarició la cabeza y le dio un beso.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...